El siguiente texto es una traducción al español de las observaciones del Secretario Ejecutivo de ONU Cambio Climático, Simon Stiell, en el Diálogo de Alto Nivel sobre los Planes Nacionales de Adaptación durante la COP29 en Bakú, Azerbaiyán, el 18 de noviembre de 2024.
Excelencias, delegados, delegadas, amigos y amigas,
Los Planes Nacionales de Adaptación son más necesarios que nunca. Son verdaderamente vitales.
Este año hemos visto cómo cada pequeña preparación -cada política, cada plan- es la diferencia entre la vida y la muerte para millones de personas en todo el mundo.
La prudencia exige que planifiquemos para lo peor.
Muchos de ustedes saben que estos planes no son fáciles de elaborar. Los recursos son escasos, tanto la financiación como en capacidad, especialmente para los más vulnerables, en los Países Menos Adelantados y los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo.
Las personas, las comunidades y los países quieren actuar, protegerse a sí mismos y a sus seres queridos, reforzar sus empresas y economías, pero no tienen los medios para hacerlo.
Y cuando las naciones no pueden proteger del cambio climático todos sus eslabones en las cadenas de suministro mundiales, todas las naciones de una economía global interconectada pagan el precio.
Y me refiero a que pagan el precio literalmente, en forma de mayor inflación, especialmente en los precios de los alimentos, a medida que las sequías salvajes, los incendios forestales y las inundaciones arrasan con la producción de alimentos.
Debemos invertir el guion.
No podemos seguir como hasta ahora. Necesitamos medidas urgentes. Necesitamos una transformación.
Las soluciones nacen de la abundancia de información y de los progresos ya realizados a través de esfuerzos de adaptación existentes. Necesitamos datos y consultas comprometidas. Pero también necesitamos basarnos en la experiencia de comunidades de todo el mundo.
Sus lecciones deben servir de base sólida para los Planes Nacionales de Adaptación integrales.
Por supuesto, no podemos ignorar el elefante blanco de la adaptación en la habitación: hay una gran brecha financiera que debemos cerrar.
Los costes de adaptación se están disparando para todos, especialmente para los países en desarrollo. Sus costes podrían ascender a 340.000 millones de dólares anuales en 2030, y llegar a 565.000 millones en 2050.
Es fácil quedar ligeramente anestesiado por todas estas cifras, especialmente en esta COP centrada en las finanzas. Pero no lo olvidemos nunca: estas cifras marcan la diferencia entre la seguridad y las catástrofes que destrozan la vida de miles de millones de personas.
El informe del Grupo de Trabajo II del IPCC nos dice que casi la mitad de la población humana vive en zonas de alta vulnerabilidad climática, donde las personas tienen 15 veces más probabilidades de morir a causa de los efectos del cambio climático/
Personalmente, esto me parece muy preocupante y ofensivo. Me quita el sueño, y supongo que a muchos de ustedes también.
También quiero hablar de otro aspecto de dar la vuelta al guion. Hablemos del enorme poder transformador de la adaptación, más allá de sus funciones de mitigación de riesgos.
Está claro que las inversiones en adaptación -a la escala y ritmo adecuados- pueden ser verdaderamente transformadoras.
No solo protegiendo a las personas y las economías, sino también impulsando muchas más oportunidades, igualdad y prosperidad, minimizando las pérdidas y los daños sobre las vidas y los medios de subsistencia.
Ya no podemos confiar en pequeños flujos de financiación.
Necesitamos torrentes de financiación. Tienen que ser de más fácil acceso, especialmente para los países más vulnerables que a menudo se enfrentan a las mayores barreras.
Debemos explorar mecanismos de financiación innovadores y proporcionar la asistencia técnica que los países necesitan para formular sus NAP.
Hace tan solo unos meses, en la NAP Expo, lancé la iniciativa NAP 3.0.
Uno de sus principales objetivos es precisamente promover una financiación innovadora de la adaptación, ajustada a las necesidades de los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo.
Y el sistema financiero mundial debe evolucionar para satisfacer estas necesidades.
E insto a los bancos multilaterales de desarrollo a que piensen más allá de las subvenciones y los préstamos tradicionales.
Las organizaciones filantrópicas, el sector privado y los donantes bilaterales deben intervenir con la urgencia que exige esta crisis, sin aumentar la carga de la deuda de los países vulnerables.
También debemos trabajar para minimizar las trabas burocráticas que tan a menudo se interponen en el camino.
Las personas que reciban estas inversiones no defraudarán. Quieren adaptarse. A menudo, saben mejor que nosotros cómo adaptarse y qué aspecto tiene la adaptación para ellos sobre el terreno.
Porque la resiliencia está en el ADN de la humanidad.
Sólo necesitamos los medios.
Todos los países pueden y deben presentar sus Planes Nacionales de Adaptación antes de 2025.
No se trata solo de un plazo, sino de un salvavidas. Más que eso, es una vía rápida hacia economías y sociedades más fuertes que todos los países quieren y merecen. Y eso redunda en interés de todas las naciones, en estos tiempos turbulentos.
Así que, amigos, amigas,
Esto no es un sueño lejano. Está a nuestro alcance, repito, está a nuestro alcance.
Tenemos las herramientas, la ciencia, la capacidad para lograr los resultados.
La financiación existe. Tenemos que desbloquearla.
Así que nos reto a todos los aquí presentes a que pensemos más allá de las limitaciones a las que nos enfrentamos, demos la vuelta al guion y hagámoslo realidad.
Yo, y todos en la CMNUCC, les apoyaremos en cada paso del camino hacia un futuro justo y resiliente al cambio climático.
Gracias