Es bien sabido, y muy preocupante, que la financiación actual para la adaptación al cambio climático sigue siendo insuficiente para responder al empeoramiento de los impactos de este en las Partes que son países en desarrollo.
Para responder a los riesgos climáticos presentes y futuros necesitamos aumentar significativamente la escala de financiación para la adaptación, de todas las fuentes, es decir, públicas y privadas. Todos los actores deben participar: los gobiernos, las instituciones financieras y el sector privado. La financiación también debe ser predecible.
De aquí a 2025, se fijará un nuevo objetivo colectivo cuantificado sobre financiamiento climático, partiendo de un mínimo de 100 000 millones de dólares al año y teniendo en cuenta las necesidades y prioridades de los países en desarrollo.
Aunque el nuevo objetivo está aún por determinar, el último informe del PNUMA sobre el desfase en la financiación de la adaptación pone de manifiesto que los costes y las necesidades de adaptación están aumentando, y son entre cinco y diez veces mayores que los actuales flujos de financiación pública internacional para la adaptación, lo que da lugar a un desfase cada vez mayor en la financiación de la adaptación.
Por lo tanto, los flujos de financiamiento para la adaptación movilizados para cumplir el objetivo colectivo actual y futuro deben ampliarse para garantizar que los países vulnerables puedan satisfacer sus necesidades de adaptación, reducir su vulnerabilidad y aumentar su resiliencia para hacer frente a peligros climáticos como las inundaciones y las sequías.