Hoy, 8 de marzo de 2016, es el Día Internacional de la Mujer. En este día, no solo deberíamos pensar en la igualdad de género, sino que es un día para reflexionar sobre cómo hemos venido afrontando este reto y cuánto camino nos queda por hacer. Estoy especialmente preocupada por tres aspectos en los que desgraciadamente todavía queda mucho por hacer:
- Desigualdad en el reconocimiento, el salario o la compensación por el trabajo realizado por las mujeres en comparación con los hombres.
- Los abusos sexuales y situaciones de esclavitud, que aunque no son exclusivos contra las mujeres y los niños, si que estos son sus principales víctimas.
- La violencia doméstica, que aunque no es exclusivamente perpetrada contra mujeres y niños, sí que son ellos los que más la sufren.
Puede que piense que el Acuerdo de París sobre cambio climático está alejado de estos problemas, pero quiero decirles que aprendí mucho del proceso que pusimos en marcha para llegar a la COP21. Una de las cosas que aprendí se puede aplicar a estos problemas y es que no hay una solución centralizada. Hacer frente a estos retos globales requiere esfuerzos por parte de literalmente todos y cada uno de nosotros.
Ninguno de nosotros puede, de manera individual, cambiar estas tres situaciones difíciles, pero como mínimo cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de asegurar que ninguno de ellos ocurran en nuestro ámbito de influencia personal. Le pido personalmente a cada uno de ustedes que identifique si hay alguna manera en la que puede ayudar a paliar una situación que no debiera estar produciéndose. Hagámoslo con la convicción de que somos un eslabón en la cadena de tantas y tantas generaciones; que hemos heredado prácticas, creencias y comportamientos que si bien en la mayor parte son loables, en algunos casos requieren una urgente transformación. La mejor manera de lograr la paridad de género es trabajar activamente para lograrlo y hacerlo junto con, y no contra los muchos hombres maravillosos que hay en nuestras vidas.