Liu Zhenmin y Patricia Espinosa: "Los países deben aumentar la ambición"
28 Junio 2019
Editorial
A school boy in the aftermath of Cyclone Winston in Fiji, in 2016
Credit: UNICEF
Niño tras el paso del ciclón Winston por Fiji en 2016

Artículo de opinión conjunto de la Secretaria Ejecutiva de la CMNUCC Patricia Espinosa y el Secretario General Adjunto de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU Liu Zhenmin, originalmente publicado en la revista Nature Climate Change

La Agenda 2030 y el Acuerdo de París comparten la finalidad de crear un entorno más resiliente, productivo y sano para las generaciones presentes y futuras. Los países deben aprovechar la oportunidad para aumentar su ambición, lograr sinergias y minimizar las contrapartidas.

El año 2015 marcó un hito en los esfuerzos de la humanidad por construir un futuro mejor y más sostenible que no deje atrás a nadie. Los países adoptaron dos acuerdos transformadores en el curso de unos pocos meses: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre el cambio climático. Aunque adoptados por separado, ambos tienen el objetivo común de construir un futuro a salvo de los efectos climáticos adversos que sea más sostenible, resiliente y próspero para todos.

El cambio climático no es solo uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) especificados en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, ya que también influye en la mayoría de los demás ODS. Es un multiplicador de amenazas capaz de hacer más difíciles de superar algunos de los mayores retos de la humanidad, entre los que se encuentran la salud, la pobreza, el hambre, la desigualdad y la preservación de los ecosistemas. En cambio, abordar el cambio climático también ofrece a la humanidad la mejor oportunidad de influir positivamente en estos objetivos. Al mismo tiempo, los propios ODS impulsan a la humanidad hacia una transición justa y equitativa a un futuro libre de los efectos adversos del clima. Pero esa transición del mundo va retrasada.

En virtud del Acuerdo de París, las naciones decidieron perseguir el objetivo de limitar el calentamiento del planeta a una subida de temperatura lo más cercana posible a 1,5 °C para evitar los peores efectos del cambio climático. Pero nos estamos quedando rezagados.

Según el informe especial sobre el calentamiento mundial de 1,5 ºC del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el mundo ya se ha calentado 1 °C, con lo que han aumentado los episodios y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos.

En el informe se afirma que aún es posible limitar el calentamiento del planeta a 1,5 °C, pero harían falta “transiciones rápidas y profundas” a otras maneras de gestionar los suelos, la energía, la industria, los edificios, el transporte y las ciudades. En concreto, para el año 2030 tendríamos que haber reducido aproximadamente un 45 % las emisiones netas globales de dióxido de carbono causadas por el hombre desde los niveles de 2010, y llegar a “emisiones netas cero” hacia el año 2050.

Está claro que aún contamos con un breve intervalo de tiempo para cumplir este objetivo. Lamentablemente, los actuales planes climáticos nacionales, también denominados contribuciones determinadas a nivel nacional, no reflejan esta urgencia. Según el Informe sobre la Brecha de Emisiones más reciente de las Naciones Unidas, ni siquiera el efecto conjunto de estos planes servirá para limitar el calentamiento del planeta a 1,5 ºC. Incluso las estimaciones más conservadoras casi duplican esa cifra para finales de este siglo si continuamos como hasta ahora.

Esto hace que el cambio climático no sea una amenaza lejana, sino un peligro claro y presente para la humanidad. La ciencia refuerza lo que vemos con nuestros propios ojos. Los fenómenos meteorológicos extremos ocurren con más regularidad, y tormentas de las que se solía decir que ocurrían “una vez por siglo” ahora se desencadenan con más frecuencia. Desastres recientes como el ciclón Idai, que afectó a millones de personas en Malawi, Mozambique y Zimbabwe, nos recuerdan crudamente que los fenómenos meteorológicos extremos ya están afectando negativamente a vidas y medios de subsistencia en todo el mundo.

Hemos tenido cierto éxito con determinados ODS, pero vamos rezagados en aspectos importantes. En el último Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible del Secretario General de la ONU se llega a la conclusión de que, si bien hay más personas que viven mejor que hace una década, este progreso está en peligro debido a factores tales como el cambio climático, los conflictos y la degradación del medio ambiente, que incrementan el número de personas que sufren hambre y desplazamientos forzosos, además de restringir el progreso hacia el acceso universal a agua limpia y saneamiento.

Aunque actualmente vamos retrasados tanto en la lucha contra el cambio climático como en el logro de los ODS, aún queda tiempo para conseguir ambas cosas. La Agenda 2030 y el Acuerdo de París nos proporcionan las herramientas necesarias para afrontar los retos planteados por el cambio climático, la pobreza y la desigualdad. Debemos usarlas. Y, como dijo en marzo el Secretario General de la ONU António Guterres, necesitamos más acción, más ambición y más voluntad política. Eso requerirá niveles sin precedentes de acción multilateral conjunta. No solo tendrán que hacer mayores esfuerzos las naciones, sino también todos los segmentos de la sociedad.

Para liberar el potencial tanto del Acuerdo de París como de los ODS, tenemos que asegurarnos de que funcionen juntos.

En la práctica, eso implica que las políticas, programas y alianzas para promover un conjunto de objetivos no deben socavar el otro, sino que lo ideal sería que lo promovieran también. Hay muchas áreas en las que esa convergencia es posible, siempre y cuando todos los interesados directos tengan un propósito común.

Por ejemplo, sabemos que las transiciones energéticas son el alma de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero; el cambio a nuevos modelos sostenibles de consumo y producción no solo reduce nuestra huella colectiva de carbono, sino que crea infinidad de oportunidades económicas. Según las estimaciones de ciertos expertos, la transición a una vía de crecimiento sostenible con bajas emisiones de carbono podría generar ganancias económicas directas de 26 billones de USD hasta 2030 en comparación con la situación normal.

Tomando medidas climáticas ambiciosas, de aquí a 2030 se podrían generar más de 65 millones de nuevos empleos que generen bajas emisiones, el equivalente al total de las poblaciones activas actuales del Reino Unido y Egipto juntas. Cambiando a nuevos modelos sostenibles de consumo y producción no solo se fomentan medidas climáticas, sino que también se podría contribuir a la erradicación de la pobreza, la creación de puestos de trabajo, la mejora de la salud y la sostenibilidad de los ecosistemas. Garantizando el acceso de todos a servicios de energía limpia también se podría reducir la brecha entre géneros en materia de educación, salud, medios de vida y empoderamiento.

La transición hacia un mundo más sostenible y libre de efectos climáticos adversos debe producirse rápidamente, pero también tiene que ser justa. Las personas más vulnerables del mundo son las que están sufriendo los peores efectos del cambio climático, no solo los ciclones y fuertes tormentas, sino también peligrosas olas de calor, sequías más frecuentes y de mayor duración y la elevación del nivel del mar, siendo precisamente ellas las que menos contribuyen al problema. Es evidente que el cambio climático supone una amenaza para décadas de desarrollo y pone en peligro un crecimiento inclusivo y sostenible. El marco de los ODS proporciona la mejor vía para hacer frente a esta emergencia climática en formas que ayuden a todos, especialmente a las mujeres, los niños, los jóvenes, las personas mayores, las personas con discapacidad y aquellas que viven en los pequeños Estados insulares en desarrollo.

Si nos fijamos en el panorama completo, la Agenda 2030 y el Acuerdo de París se ocupan realmente de lo mismo. Nos ofrecen la mejor oportunidad para un cambio positivo y sistemático que asegure un entorno resiliente, productivo y sano para las generaciones presentes y las futuras.

Tenemos que actuar ya para aprovechar esta oportunidad. La planificación, implementación y seguimiento de cado uno de esos dos marcos tienen que estar mejor armonizados y dotados de recursos adecuados. Se deben idear y difundir soluciones innovadoras que ayuden a lograr sinergias y a minimizar las contrapartidas. Hay que formar una coalición más amplia de alianzas que se comprometan y colaboren, incluyendo empresas, instituciones académicas, la sociedad civil y los Gobiernos.

Los próximos dos años ofrecen una excelente oportunidad para conseguir esto. En abril el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas y la secretaría de ONU Cambio Climático organizaron la primera Conferencia sobre Sinergias entre el Clima y los ODS en Copenhague. Esos debates servirán para construir una plataforma de conocimientos y sus resultados serán incorporados a la conversación en curso para fortalecer la determinación de tomar medidas conjuntas. En 2020 la Conferencia Mundial sobre los Océanos explorará soluciones científicas para preservar nuestros ecosistemas costeros y ayudar a armonizar la economía azul con las necesidades de las sociedades.

En el plano multilateral, tenemos la intención de mantener el impulso mediante el examen exhaustivo del ODS 13 sobre la acción climática en el Foro Político de Alto Nivel sobre el Desarrollo Sostenible  de julio, la Reunión de Alto Nivel sobre Financiación para el Desarrollo (26 de septiembre), y el Examen de Mitad de Periodo de la Trayectoria de Samoa para los pequeños Estados insulares en desarrollo (27 de septiembre). Todo eso nos conducirá hasta la próxima conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), que se celebrará en Chile en diciembre.

En todos estos acontecimientos, la ONU reunirá a los Gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y los jóvenes para propugnar la acción conjunta. Los ojos del mundo estarán puestos especialmente en los líderes reunidos en Nueva York el 23 de septiembre para la Cumbre sobre la Acción Climática del Secretario General; “no vengan con discursos, vengan con planes”, dijo.

También es crucial la cumbre sobre los ODS del día siguiente, en la que los mismos líderes completarán el primer ciclo de examen del progreso del cumplimiento de los objetivos. Para entonces, 143 Estados miembros habrán presentado sus exámenes nacionales voluntarios, con los que se obtendrá una comprensión común de la situación en que nos encontramos de cara a conseguir el mundo que queremos de aquí a 2030, y que nos darán impulso para seguir adelante con nuestros objetivos comunes.

Haciéndonos eco de la petición del Secretario General, hacemos un llamamiento a las naciones para que aprovechen esta oportunidad y aumenten su ambición de tres maneras.

En primer lugar, presentando contribuciones determinadas a nivel nacional actualizadas, previstas para 2020, que deberán reflejar plenamente la urgencia a la que nos enfrentamos actualmente y estar en armonía con los objetivos colectivos del Acuerdo de París.

En segundo lugar, acelerando la plena aplicación del Acuerdo de París lo más rápidamente posible. El Paquete de medidas de Katowice sobre el clima adoptado en la COP24 en Polonia proporciona directrices firmes para hacer operativo el régimen del cambio climático que figura en el acuerdo.

En tercer lugar, los países deben aumentar su ambición en lo que se refiere a la financiación de la lucha contra el cambio climático y del desarrollo. Las naciones deben asumir su obligación de ayudar a que los países en desarrollo reciban el apoyo que necesitan para hacer frente al cambio climático y mejorar las vidas de sus habitantes.

Si es necesario, y posible, aumentando la ambición mediante el reconocimiento de que conseguir los ODS y los objetivos del Acuerdo de París es nuestra oportunidad para que todo el mundo tenga una vida mejor y más próspera en un planeta sano.

El artículo original de opinión está disponible aquí.