Este artículo de Christiana Figueres, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), fue publicado (en inglés en el original) en la revista del G7-G20 con motivo de la cumbre que el G7 en Ise-Shima, Japón.
Colocar el mundo en el camino de los 2°C a los 1,5°C
Los miembros del G7 deben actuar de inmediato para garantizar que el aumento de la temperatura mundial se mantenga por debajo de los 2°C. Pueden tomar cuatro pasos, en particular, que desencadenarían la acción y colocarían al mundo en el camino para cumplir el Acuerdo de París.
Seis meses después del histórico acuerdo de las Naciones Unidas sobre el cambio climático en París, los países más ricos del mundo se daban cita en Ise-Shima (Japón) para hacer avanzar estos resultados de gran trascendencia.
Los miembros del G7 pueden felicitarse por el fuerte impulso político que enviaron desde su última cumbre, celebrada en Alemania en 2015. Su compromiso de impulsar trayectorias nacionales bajas en carbono mientras respaldan la descarbonización de la economía mundial, figuró entre los anuncios positivos que hicieron que el resultado de París superara muchas expectativas.
Actualmente, el desafío consiste en traducir la intención en acción, y en hacer avanzar el enorme impulso que ya se ha ido construyendo a una velocidad y escala a la altura de la extraordinaria ambición consagrada en el Acuerdo de París, incluidos sus dos objetivos clave de temperatura.
Países de todo el mundo se comprometieron a alcanzar, para la segunda mitad de este siglo, un mundo donde las emisiones serán lo suficientemente bajas como para ser absorbidas de forma segura por la infraestructura natural de la Tierra, como los bosques y los suelos. En particular, se comprometieron a mantener el aumento de la temperatura mundial muy por debajo de los 2°C. También acordaron esforzarse para mantener ese aumento en un nivel aún más seguro de 1,5°C; un salvavidas para muchos países vulnerables que ya están sufriendo los impactos del cambio climático.
Sin embargo, existe una realidad preocupante que nos habla de la urgencia no la próxima semana, el próximo año o la próxima década, sino hoy.
El mundo ya ha emitido tanta contaminación a la atmósfera, que muchos estiman que dos tercios del espacio ha sido 'agotado'. El tercio restante se llenará pronto, a menos que la curva de emisiones sea dirigida rápida y decisivamente hacia abajo.
Las emisiones globales deben alcanzar su punto máximo en 2020 y declinar rápidamente a partir de entones.
Retrasar la acción transformadora más allá de 2030 podría poner en peligro incluso el objetivo de menos de 2°C, provocando fenómenos meteorológicos extremos económicamente perjudiciales y otros impactos, como el aumento del nivel del mar.
Necesidad urgente de una acción positiva
Los miembros del G7, en virtud de su tamaño y su huella de carbono, pueden desempeñar un papel fundamental para lograr que el Acuerdo de París entre en vigor tan pronto como sea posible. Para ello, son necesarias al menos 55 Partes de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático que representen al menos el 55% de las emisiones globales.
Simultáneamente, pueden utilizar su influencia para desencadenar acciones que coloquen el mundo firmemente en el camino de los 2°C a los 1,5°C.
En primer lugar, pueden concentrarse con mayor dedicación en la asistencia para el desarrollo en el exterior y en las políticas de financiamiento de los bancos multilaterales de desarrollo, incluido el Banco Mundial. Ningún proyecto, ya sea para desarrollar la infraestructura energética o para invertir en la urbanización, transporte, silvicultura o agricultura, debería seguir adelante si se opone a los objetivos del Acuerdo de París y a los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En segundo lugar, pueden apoyar los planes de acción climática de los países en desarrollo. Para muchos, estas contribuciones previstas determinadas a nivel nacional constituyen también el plan de desarrollo sostenible. Muchos países en desarrollo están decididos a hacer realidad sus ambiciones, pero avanzarán más rápido y más lejos con la asistencia financiera, técnica o política adecuada.
En tercer lugar, los miembros del G7 pueden, a través de innovaciones políticas orientadas hacia el futuro y del establecimiento de normas, liberar mayores flujos financieros privados hacia las inversiones verdes y menos contaminantes necesarias para que las emisiones globales toquen techo pronto y empiecen a reducirse rápidamente. Se necesitan innovaciones que ayuden a construir economías más resistentes a las perturbaciones, capaces de manejar los impactos climáticos ya acumulados en los sistemas de la Tierra, como resultado de alrededor de dos siglos de una industrialización alta en carbono.
En cuarto lugar, mayores alianzas entre empresas y gobiernos centrales y locales pueden también acelerar la adopción de medidas a nivel nacional. Muchas ciudades, provincias, regiones y empresas ya están demostrando su entusiasmo y voluntad de actuar.
Antes y después de París
En el período previo a París, este programa de acción amplio y cooperativo se manifestó en una gran variedad de iniciativas, recogidas, la mayoría, en la Zona de los Actores No Estatales para la Acción Climática (NAZCA, por sus siglas en inglés), un portal que se apoya en el control y los datos de organismos como Carbon Disclosure Project y la alianza de ciudades C40. Se han contraído más de 10.000 compromisos por parte de ciudades y empresas, a menudo en colaboración con los gobiernos, la ONU y otras organizaciones internacionales. Casi 60 empresas, incluidas Unilever, Swiss Re, IKEA, Infosys y Walmart, se han comprometido a estar alimentadas por fuentes de energía 100% renovables bajo la iniciativa RE100. Alrededor de 450 ciudades, a través del Pacto de Alcaldes, también están avanzando en iniciativas para reducir la contaminación y aumentar la resiliencia urbana.
El análisis de la Universidad de Yale, publicado en diciembre de 2015, muestra que:
- 15 de los 20 bancos más grandes del mundo que totalizan cerca de 2 billones de dólares en valor de mercado han contraído compromisos, y los bonos verdes con un valor de casi 50.000 millones están financiando proyectos climáticos;
- 111 empresas Global 500 con una capitalización conjunta de mercado de 6,7 billones están haciendo promesas de reducción en el NAZCA;
- 97 de las 300 ciudades principales según el producto interno bruto (PIB) utilizando la paridad del poder adquisitivo (PPA) participan en el NAZCA, con un PIB PPA cercano a los 20 billones de dólares; y
- más de un tercio (609) de las 2.000 empresas más grandes según Forbes 2000 participan en el NAZCA y representan un ingreso agregado de 19,2 billones de dólares, equivalente al PIB combinado de China, Japón y Alemania en 2014.
La acción de las ciudades, las empresas y los inversores continúa desde París, lo que destaca la determinación de apoyar a los gobiernos en poner en funcionamiento el nuevo acuerdo.
- Tata Motors de India y BMW en Alemania se unieron recientemente a RE100;
- 17 gobernadores de los Estados Unidos han acordado trabajar de manera conjunta para alcanzar objetivos de energía no contaminante, incluyendo la mejora de la eficiencia energética y los porcentajes de energía renovable, la modernización de la red eléctrica, y la promoción de vehículos eléctricos y alimentados por combustibles alternativos bajo el Acuerdo para un Nuevo Futuro Energético; y
- Apple ha anunciado 1.500 millones de dólares en bonos verdes para financiar la energía no contaminante en todas sus operaciones internacionales.
La acción de los gobiernos
Los gobiernos también están avanzando: Noruega cuenta con un fondo soberano de 800.000 millones de dólares aportados por más de 40 empresas vinculadas con el carbón o la deforestación tropical; China cerrará 1.000 minas de carbón en 2016 como parte de su plan para cerrar 500 millones de toneladas de exceso de capacidad productiva en los próximos tres a cinco años; Canadá y los Estados Unidos han acordado reducir, de manera conjunta, las emisiones de metano entre un 40% y 45% por debajo de los niveles de 2012, en el sector del petróleo y el gas para 2025; Australia anunció un Fondo de Innovación de Energías Limpias de mil millones de dólares australianos (760 millones de dólares) para apoyar las inversiones en energía renovable; Sri Lanka anunció su objetivo de alcanzar el 100% de energías renovables en la producción eléctrica para 2030; y el Reino Unido consagrará las emisiones netas cero en la legislación nacional en conformidad con los objetivos a largo plazo del Acuerdo de París.
La Organización Meteorológica Mundial declaró el año 2015 como el año más cálido del que se tenga registro. Febrero de 2016, con una inquietante temperatura 1,35°C por encima de la media mundial, fue el mes más cálido jamás registrado.
El tiempo mismo se está convirtiendo en el factor limitante de los esfuerzos mundiales para abordar el peligroso cambio climático. La esencia del Acuerdo de París radica en disociar las emisiones del crecimiento. La Agencia Internacional de la Energía ha demostrado que durante los últimos dos años la economía mundial ha crecido, mientras que las emisiones han mantenido su nivel.
Muchas de las economías más grandes y ricas ya están en el camino de romper el vínculo entre el crecimiento y las emisiones, por lo que el siguiente paso, la rápida y plena descarbonización, es decididamente factible.
París también aborda la necesidad urgente de disociar los impactos del cambio climático de los daños económicos duraderos. En un mundo globalizado de cadenas de suministro interconectadas, esto redunda en beneficio de todos los países, más allá del imperativo moral de nuestra humanidad compartida. Con la desaceleración del crecimiento mundial en las economías y con las tradicionales respuestas a estímulos perdiendo ímpetu, existe una urgencia creciente de respuestas nuevas para recrear un crecimiento estable y constante.
El desarrollo de infraestructuras ecológicas, desde los transportes, la construcción de edificios hasta la generación de energía, proporciona respuestas de eficacia probada a este desafío, al mismo tiempo que se hace que las emisiones globales toquen techo, conforme con la promesa y los caminos establecidos a partir del Acuerdo de París.