5.1. Introducción
En este módulo, se priorizan los cálculos de las emisiones producidas por el cambio del uso de la tierra y la silvicultura en tres actividades que son fuentes o sumideros de dióxido de carbono. A escala mundial, los cambios más importantes respecto al uso de la tierra y las prácticas de manejo que redundan en la emisión y absorción de CO2 son:
También se calcula la liberación inmediata de gases distintos del CO2 –CH4, CO, N2O y NOx– procedentes de las quemas vinculadas a la conversión de bosques y pastizales –cálculos muy parecidos a los vistos anteriormente en el módulo Agricultura y relacionados con la quema de residuos agrícolas. Debe señalarse que aún estos cálculos llevan aparejados, intrínsecamente, incertidumbres o errores elevados.
Debe recordarse, además, que las emisiones de gases distintos del CO2 procedentes de la quema de biomasa –utilizada como combustible– fueron reportadas en el módulo Energía.
5.1.1. La Modificación de la Cubierta Forestal en Cuba
Las condiciones ambientales del archipiélago –en lo fundamental clima y suelos– permiten estimar que en 1492, el territorio de Cuba estaba cubierto, en su casi totalidad (93-96%), por bosques de diferentes tipos, alturas y densidades; el resto lo ocupaban otros tipos de vegetación, ya fueran con características de costas rocosas y de playas arenosas, o de vegetación baja de gramíneas con árboles dispersos que, en sentido amplio, son conocidas como, "sabanas" (Nuevo Atlas Nacional de Cuba, 1989).
La vegetación existente en el archipiélago cubano está condicionada por la situación geográfica, corrientes marinas, vientos alisios del NE, relieve accidentado de algunas localidades, compleja geología, diversidad de los suelos, así como la asimilación histórica dada por el origen, evolución y prolongado aislamiento geográfico.
La población nativa había modificado poco el paisaje, pero con la llegada de los colonizadores españoles se incrementó fuertemente la modificación y alteración de los ecosistemas con el consiguiente desequilibrio del medio geográfico. Sin embargo, una economía mermada y una población muy escasa limitaron la explotación forestal en el siglo XVI y hasta mediados del siglo XVII. Además de la madera y la leña necesaria para la subsistencia de los asentamientos españoles, los principales motivos para talar árboles eran la creación de pequeñas áreas de cultivos de autoconsumo, la construcción rural y la obtención de maderas preciosas para obras de la corona.
El lento crecimiento de la población –unos 50 000 habitantes hacia 1700–, puede explicar que la destrucción de los bosques a dos siglos y medio de iniciadas la conquista y la colonización, fuese menos intensa de lo que se podría presumir. Se calcula que en 1774 existían unas 9 196 326 ha de bosques (Matos, 1972), esto es el 83% del territorio.
La caña de azúcar fue introducida por el gobernador Diego Velázquez, pero no es hasta 1590 que se introduce su cultivo con fines comerciales. Se quemaron bosques para aprovechar sus cenizas como fertilizantes además del consumo de leña que requerían los ingenios para la producción de azúcar, las necesidades del ganado y otros cultivos. Es significativo que el nombre Quemados aparezca en varias regiones de Cuba durante el siglo XVII (Le Riverand, 1975). A finales del siglo XVIII se derribaban anualmente –sólo para leña– unas 6 710 ha de bosques, mientras que en 1819 esa cifra ascendió a 13 420 ha (Moreno Fraginals, 1978).
De un 80% del territorio cubierto por vegetación original en 1812 , ya sólo aparece a fines del siglo XIX –con apenas 1 millón de habitantes– el 54%. Este proceso de deforestación continuó desde los inicios del siglo XX por el incremento de las inversiones –principalmente norteamericanas– en el sector azucarero, las que fueron favorecidas, entre otras cosas, por el bajo precio de las tierras y de la mano de obra. Para esta época, en gran parte de la región occidental, los bosques estaban ya destruidos (Iñiguez, 1988).
La explotación desmedida de una parte de la riqueza forestal de Cuba en la época colonial, se intensificó en los primeros 25 años de la República (Canet, 1949). A partir de la Primera Guerra Mundial, el desplazamiento de la agricultura a las tierras vírgenes de las provincias orientales –sin un planeamiento racional–, determinó la destrucción de las más valiosas áreas forestales. En 1919 las áreas que conservaban bosques, prácticamente intactos con ecosistemas muy poco perturbados, eran las zonas montañosas, las penínsulas de Guanahacabibes y Zapata, y el sur de la Isla de Pinos, así como las zonas llanas del sur de Ciego de Avila y Camagüey y la llanura centro occidental de la parte oriental de la Isla –el Valle del Cauto.
Cuba está entre los países que más han sufrido la transformación y destrucción de la naturaleza. En el capítulo de Flora y Fauna del Nuevo Atlas Nacional de Cuba (1989) se plantea que en el Nuevo Mundo, Cuba ocupa el cuarto lugar entre ellos.
Después del triunfo de la Revolución en 1959, el programa de repoblación forestal y protección de los bosques naturales emprendido permitió frenar el proceso de deforestación y erradicar las causas fundamentales que lo provocaron en el pasado. Este esfuerzo, permitió alcanzar una cobertura forestal del 18 % en 1990 (del Risco, 1995) y llegar al 21% en 1996 (CITMA, 1997). En la Tabla 5.1 se ofrece información acerca de esta evolución (CITMA, 1995).
Tabla 5.1. Evolución de la cubierta de bosques en Cuba (CITMA, 1995).
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(ha) |
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MM–Millón
Mediante este programa se ha logrado –además de proteger los bosques naturales– realizar el inventario forestal y la ordenación de todos los bosques del país para permitir proyectar el manejo sostenible de los recursos forestales.
Sin embargo, debido a las afectaciones acumuladas durante muchos años, en la actualidad persiste aún la baja calidad de la mayoría de los bosques –tanto de los naturales como de las plantaciones–, como consecuencia de la explotación irracional, aunque las características del suelo y el clima de los paisajes del país, condicionan un rápido crecimiento de la vegetación. En general, existe déficit de productos forestales en el país, tanto para uso doméstico como industrial y sólo se puede satisfacer el 40-45 % de la demanda. Esta situación afecta sensiblemente el desarrollo de los programas económicos y sociales.
5.2. Disponibilidad y Selección de Datos
En Cuba, se han desarrollado varias investigaciones censales relativas al sector agropecuario. En los años 1899, 1931, 1945 y 1952 se obtuvieron –entre otras– cifras referentes al uso y tenencia de la tierra de dicho sector.
Con el triunfo de la Revolución en 1959 se produce un cambio radical en la estructura del sector agropecuario cubano con la aplicación de la Primera y la Segunda Ley de Reforma Agraria. Se crea un sector estatal y otro cooperativo y se hacer necesario disponer de cifras confiables que expresen la situación y tenencia de la tierra. Con el objetivo de satisfacer estos fines se han efectuado a partir de esa fecha un número importante de investigaciones sobre esa temática.
Actualmente la Oficina Nacional de Estadística (ONE), adjunta al Ministerio de Economía y Planificación desarrolla –en colaboración con otras instituciones y organismos como el Instituto de Planificación Física (IPF) del mismo ministerio, el Ministerio de Agricultura, el Ministerio de Azúcar, la Asociación Nacional de Agricultores Péquenos (ANAP) y el Grupo Empresarial GEOCUBA–, trabajos con el fin de mejorar la información disponible sobre el uso de la tierra.
En el inventario se incorporan las siguientes definiciones utilizadas por la Oficina Nacional de Estadísticas en la información, relativa a los bosques:
Superficie No Agrícola: Se anota la superficie con uso no agrícola. Incluye la superficie forestal no apta para la agricultura y la silvicultura, y las superficies acuosa y poblacional constructiva.
La metodología recomendada, por el IPCC (1996), para la realización de los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero, recomienda en el módulo de "Cambio del Uso de la Tierra y la Silvicultura" una clasificación distinta en el epígrafe de "Conversión de Bosques y Sabanas" –basada en la cobertura de la vegetación–, a la clasificación utilizada para el epígrafe de las "Emisiones o Absorciones de CO2 en los Suelos debido al Manejo y Cambio de Uso de la Tierra" –basada en el uso de la tierra.
En el inventario se aplicó –para todo el módulo– la segunda clasificación, la que además de ser compatible con la primera, utiliza una regionalización climática sencilla y se acopla mejor con la forma en que se tenían captados los datos. La clasificación aplicada fue la siguiente.
5.3. Confección del Mapa de Regionalización Climática de Acuerdo con las Guías del IPCC (1996) para el Análisis de los Sistemas de Manejo y Uso de la Tierra
A partir de los criterios del total de lluvia anual –expuestos en la clasificación anterior– y teniendo en cuenta que la temperatura media anual siempre está por encima de los 20 ºC, se procedió a la confección de un mapa con la regionalización climática de Cuba (Fig.5.1) según lo expuesto en el título. Para este objetivo se analizaron varios mapas de lluvia disponibles en el país, seleccionándose como base el mapa de Precipitación Media Anual de escala 1: 1 000 000 presentado por A. Izquierdo en el Nuevo Atlas Nacional de Cuba (1989). Este mapa seleccionado se procesó y la imagen captada se digitalizó, seleccionándose las isoyetas de 1 000 y 2 000 mm que sirven de criterio para la clasificación de las áreas.
5.4. Cambios de Biomasa en Bosques y en Otros Tipos de Vegetación Leñosa
En este epígrafe se estiman las emisiones o remociones de carbono –y de dióxido de carbono– que obedecen a los cambios en la biomasa de los bosques –y de otros tipos de vegetación leñosa– que resultan de la actividad humana.
Como fuente de los datos se partió de la información suministrada por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) y el Ministerio de la Agricultura (MINAG). En la captación de datos efectuada no se detectó la existencia de resultados obtenidos en el país sobre un grupo importante de coeficientes necesarios para efectuar los cálculos de emisión por lo que se utilizaron los datos recomendados por las Guías del IPCC.
Para calcular la absorción neta de CO2, se estimó el incremento anual de la biomasa en las plantaciones, los bosques talados o aprovechados de otra manera, el crecimiento de los árboles en ciudades, granjas y zonas urbanas, así como todas las demás existencias importantes de biomasa leñosa.
Se estimó también la madera aprovechada para leña, así como la madera comercial para la construcción y para otros usos.
A continuación se calculó la absorción neta de carbono correspondiente a esas actividades. Si la cifra es positiva, se considera remoción de CO2, y si la cifra es negativa, se toma como emisión. Por último, la absorción o emisión neta de carbono se expresa en términos de CO2. Para la estimación del contenido total de carbono en el crecimiento anual de los bosques explotados y plantados se partió de las existencias de bosques/biomasa para cada tipo. En la Tabla 5.2 aparecen los datos –suministrados por la ONE– sobre la cobertura forestal del país para los años 1988, 1989 y 1990.
Tabla 5.2. Cobertura forestal de Cuba (ha).
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En la reunión del Grupo de Expertos del IPCC sobre la temática de "Quema de Biomasa y Cambio del Uso de la Tierra y Silvicultura" –celebrada en Rockhampton, Australia, en Septiembre de 1997– se consideró que, salvo unas pocas excepciones, prácticamente todos los bosques pueden considerarse como manejados. En el inventario –para ese análisis–, se tomó en cuenta el sistema de áreas protegidas de Cuba.
Estudios sobre la absorción de carbono de las plantaciones forestales tropicales indican que el máximo crecimiento y absorción de carbono ocurre durante las edades de 0-5 y 6-10 años. En cambio, la absorción de carbono disminuye en un 50% en los 5 años siguientes y se reduce aun más después de los 16 años de edad (Brown, et al 1996). Debido a esto –y en ausencia de mejor información– el incremento anual de biomasa para los bosques naturales en Cuba fue asumido en el inventario como el 50 % del correspondiente al de una plantación de especies semejantes por predominar en los primeros los arboles maduros.
Las áreas protegidas de significación nacional son aquellas que por la connotación o magnitud de sus valores, representatividad, grado de conservación, unicidad, extensión, complejidad u otros elementos relevantes, se consideran de importancia internacional, regional o nacional, constituyendo el núcleo fundamental del Sistema Nacional de Areas Protegidas.
En los cálculos, se excluyó a las reservas naturales de la categoría de bosques manejados, porque estas son áreas terrestres, marinas o una combinación de ambas, en estado natural y sin población humana, de importancia nacional, regional o internacional, destinadas principalmente a actividades de protección, investigación científica y monitoreo ambiental, que contienen elementos físico–geográficos, especies, comunidades o ecosistemas de flora y fauna de valor único o en peligro de extinción, que por su valor para la conservación de recursos genéticos o por su vulnerabilidad, precisan de una protección estricta. En las reservas naturales queda prohibida toda actividad humana, excepto la requerida para su administración y manejo. En el resto de las áreas, realmente el manejo está más claramente manifestado.
En la Tabla 5.3 se brinda información acerca de las reservas naturales de Cuba.
Tabla 5.3. Reservas naturales de Cuba.
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Según el informe del Departamento Forestal del Ministerio de la Agricultura, los manglares ocupan el 26,4 % del patrimonio forestal de Cuba. El manglar se considera en Cuba como un ecosistema valioso por su productividad, además, de ellos se extraen productos maderables fundamentalmente para la producción de leña y carbón, aunque la obtención de estos se considera muy baja, fundamentalmente debido a la carencia de la tecnología y el equipamiento adecuados como también se refiere en el Estudio Nacional de Biodiversidad Biológica (Instituto de Ecología y Sistemática, 1996).
Es de señalar que las producciones procedentes de los manglares representaron en 1987 entre el 6-8% del plan nacional, mientras que en 1991 la producción representó solamente el 1,5% del plan. En el país se cuenta con un programa de reforestación de manglares iniciado en 1980. A partir de la información suministrada por la Dirección de Forestales del MINAG se estimó que la tasa de crecimiento de los manglares es del orden de las 2 toneladas de materia seca por hectárea (t ms/ha/año). En la Tabla 5.4 se proporciona información acerca de las plantaciones de bosques y otros tipos de vegetación leñosa existentes en el país.
En la Fig. 5.2 se ofrece información acerca del área, existente en 1990, de los bosques y otros tipos de vegetación leñosa. En la Tabla 5.5 aparece la absorción de carbono debido al incremento anual de la biomasa en estos bosques. De la tabla puede apreciarse el peso, que en el total, tiene un cultivo permanente y arbustivo como los cítricos. Se determinó incorporarlos en el listado y en los cálculos del inventario por ser un cultivo permanente arbustivo y por la extensión que ocupan en el país.
Fig. 5.2. Superficie de los bosques y otros tipos de vegetación
leñosa.
Cuba. Año base 1990.
Tabla 5.4. Plantaciones de bosques y otros tipos de vegetación leñosa.
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Latifolias |
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Coníferas |
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Cítricos |
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A partir del mapa de la regionalización climática para el análisis de los Sistemas de Manejo y Uso de la Tierra (Fig. 5.1) y el análisis del mapa de vegetación del nuevo Atlas Nacional de Cuba (ACC, 1989), se estimó una proporción para cuantificar las superficies de otros bosques, diferentes a las plantaciones, clasificados en bosques húmedos, estacionales y secos.
La cuantificación de los árboles aislados independientes es una tarea compleja y de gran incertidumbre pues no se poseen datos completos al respecto. Pese a esto se consideró incluir –por su importancia– a la Palma Real sobre la cual pudo captarse información. Se estimó a partir de datos de la Dirección de Forestales del MINAG que de la Palma Real (Roystonea regia), planta representativa de la nación cubana, había en 1990 alrededor de 15 millones de árboles aislados. Es una de las plantas nativas de mayor utilidad material para el cubano, y la de más variado uso. Debe llamarse la atención que esto significa una porción pequeña del total de árboles aislados, los cuales son muy frecuentes en ciudades, poblados y en el espacio rural.
Tabla 5.5. Absorción de carbono debido al incremento anual de
la biomasa.
Cuba. Año base 1990.
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El segundo paso para el cálculo de las emisiones o remociones de carbono procedentes de los cambios en la biomasa de bosques y otros tipos de vegetación leñosa que resultan de la actividad humana, está relacionado con la estimación de la cantidad de biomasa cosechada. Aquí se parte de los datos de cosecha comercial de madera, el consumo total de leña –incluida la madera empleada en la producción de carbón vegetal– así como otros consumos de la madera.
Al dato de cosecha comercial, se le aplicó una tasa de expansión para contabilizar la biomasa no comercial –ramas, árboles pequeños etc.– cosechada junto con los bolos comerciales y abandonada para su descomposición. Todos los datos además fueron convertidos de metros cúbicos a toneladas de materia seca (t ms).
En la Tabla 5.6 aparece la información captada acerca de la extracción de madera desde los bosques y otros tipos de vegetación leñosa para el año base.
Tabla 5.6. Extracción total de madera de los bosques y otros
tipos de vegetación leñosa.
Cuba. Año base 1990.
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La producción de madera en bolos y la madera para leña fue obtenida del Anuario Estadístico de Cuba, (ONE, 1998). De fuentes del MINAG se obtuvo la cantidad utilizada de cujes en la producción de tabaco y para cobijas. Los cujes son varas largas y flexibles, colocadas horizontalmente sobre otras dos verticales, para colgar las mancuernas en la recolección de tabaco. Estos datos arrojan un consumo total de biomasa de 1 433.68 kt ms de los que se deducen 1 228,4 kt ms producto de la biomasa quemada fuera del bosque –coincide con la extracción de leña para energía– para dar realmente un consumo total de biomasa de las existencias de 205,28 kt ms.
A partir de este paso, se convirtió la madera cosechada a carbono liberado. Para esto se utilizó el valor por defecto para la fracción de carbono de la biomasa viva de 0,5. Esta fracción se multiplicó por el consumo total de biomasa de las existencias para obtener 102,64 kt C para la liberación anual de carbono por este concepto.
Tomando en cuenta los datos (Tabla 5.7) del incremento total de la absorción de carbono y de la liberación anual de carbono se obtuvo como resultado que en el año base se produjo una absorción neta de 7 440.69 kt C o lo que es lo mismo 27 282,53 Gg CO2.
Tabla 5.7. Absorción anual de CO2 debido a los cambios
en los bosques y otros tipos
de vegetación leñosa. Cuba. Año base 1990.
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5.5. Emisiones de CO2 Procedentes de la Conversión de Bosques y Pastizales
La conversión de bosques y pastizales a tierras de cultivo o pastos permanentes ocurre principalmente en los trópicos, ya que es donde realmente abundan los bosques de mayores dimensiones. La tala de los bosques tropicales supone generalmente el desbroce del sotobosque y la tala de árboles, actividades que pueden ir seguidas de la quema de biomasa in situ o de su aprovechamiento como leña. En este proceso, parte de la biomasa se quema y otra parte permanece en el campo donde se descompone lentamente –por lo general a lo largo de un período de diez años en los trópicos. Una pequeña parte del material quemado –5-10 %– se convierte a carbón vegetal, que a la intemperie resiste a la descomposición durante más de 100 años y el resto se libera instantáneamente a la atmósfera en forma de CO2.
A partir de los datos de deforestación obtenidos de acuerdo a la división política y administrativa, más el mapa expuesto en la Fig. 5.1, se realizaron los estimados de deforestación.
En la Fig. 5.3 se ofrece la estimación de la superficie que se deforestó en el año 1990 para el territorio nacional. La superficie deforestada por las actividades antropicas fue de 17,7 kha representando una pérdida anual de biomasa de 1 499,4 kt ms
Para obtener las estimaciones de las emisiones de CO2 procedentes de la conversión de bosques y praderas se efectuaron cálculos para los siguientes procesos:
Para efectuar las estimaciones se seleccionaron los valores por defecto que más se adaptan a las condiciones geográficas y a las características del uso y transformación de la naturaleza del país. Un resumen de estos datos aparece en la Tabla 5.8. La pérdida anual de biomasa estimada por este concepto se estimó en 1 499,4 kt ms.
Fig. 5.3. Superficie deforestada por categorías de bosques y
tipos de tierra (kha).
Cuba. Año base 1990.
Tabla 5.8. Pérdida anual de biomasa, por talas, de acuerdo a
los tipos de bosques y tierras.
Cuba. Año base 1990.
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(kt ms) |
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Emisiones de carbono procedentes de la quema in situ
En cuanto a las emisiones de carbono procedentes de la quema in situ, se consideró que en Cuba no se realizan quemas de bosques ni pastizales con el fin de su conversión para uso en tierras de cultivos. Por lo general las quemas que se producen son accidentales o por fenómenos naturales como las descargas eléctricas de nubes de tormentas.
De acuerdo al reporte de Oharriz et al, (1990), se tiene que en Cuba más del 60% de la ocurrencia de incendios de bosques se producen en áreas reforestadas y su comportamiento puede apreciarse en la Tabla 5.9. En la Fig. 5.4 se muestra la distribución porcentual de las causas que originan los incendios forestales en Cuba de acuerdo a los autores citados anteriormente.
Tabla 5.9. Información relativa a la ocurrencia de incendios
forestales en Cuba
para diferentes quinquenios.
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(ha) |
(miles de pesos) |
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Fig. 5.4. Causas que originan los incendios forestales
en Cuba.
Durante el quinquenio 1981-85 se registraron épocas de extrema sequía que propiciaron el inicio y propagación de los estallidos de fuego. El Pinus caribaea está más expuesto a incendios por la gran cantidad de material combustible de las hojas caídas y herbáceo, que alcanza valores hasta de 17 t/ha –Región de Algodonal, Noroeste de la zona norte y centro de Pinar del Río. El Pinus Tropicalis es más resistente que el Pinus caribeae y este a su vez algo más resistente que el Pinus cubensis.
En estudios realizados por el Ministerio de la Agricultura de Cuba, se reporta que los períodos más críticos y de mayores desastres son los comprendidos entre enero y mayo –con particular énfasis entre el 15 de febrero y el 30 de abril– y entre junio y agosto –caracterizado por incendios causados por descargas eléctricas y con mayor afectación espacial en el extremo occidental de la Isla. El período septiembre–diciembre es poco peligroso pues se produce en este, solamente, el uno por ciento de los incendios forestales.
En el año 1990 se clasificó como de origen natural al 15 por ciento de los incendios forestales y el resto (85%) tuvieron como causa actividades humanas.
En la Tabla 5.10 aparece la información relativa al área afectada por incendios, en el patrimonio forestal, durante los años 1989, 1990 y 1991.
Tabla 5.10. Area afectada por incendios en el patrimonio forestal (ha).
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Del total del área afectada por incendios forestales –y conociendo que el 85 % de estos incendios tienen un origen antropogénico– se estimó que por esas últimas causas el área afectada resultó aproximadamente 2 663 hectáreas.
Así también, del total de superficie deforestada, 17 700 hectáreas, se determinó la fracción debida a las quemas por causas antrópicas, la que resultó 2 663/17 700 –fracción de biomasa quemada en el sitio. La fracción quemada resultó el 15% del total de las áreas deforestadas en Cuba en el año base 1990.
Para el cálculo del carbono liberado por las quemas de biomasa aérea en el sitio, se calculó la biomasa quemada en el sitio, que resultó ser 212.8 kt ms. Se consideró como 0.9 a la fracción oxidada durante la combustión –essta es la fracción de la biomasa quemada que en realidad se oxida en lugar de convertirse en carbón vegetal. Además, para la fracción de carbono de la biomasa aérea quemada en el sitio se asumió el valor por defecto de 0,5. La cantidad de carbono liberado por este concepto resultó 95.76 kt C.
Estimación del carbono liberado por la quema de la biomasa aérea fuera del bosque
De cálculos previos, se tiene que el consumo total de leña fue de 1 228,4 kt ms y que la pérdida anual de biomasa es de 1499.4 kt ms. Por lo anterior la fracción de biomasa quemada fuera del bosque –puesto que en Cuba no se practica la quema de bosques para obtener tierras de cultivo– se estimó como 0.82. Siguiendo los pasos señalados en el párrafo anterior, se obtuvo un total de 552,78 kt C para el carbono liberado de la biomasa quemada fuera del bosque.
Estimación del CO2 liberado por la descomposición de la biomasa aérea
Para esta estimación se parte de la fracción de la biomasa abandonada que se descompone en el campo. Esta es la parte de la biomasa que queda en el campo y se descompone liberando gases más lentamente. Para esto, se considera la superficie media convertida –promedio de diez años– para cada tipo de bosque y pastizal, así como los datos de la biomasa antes y después de la conversión. En la Tabla 5.11 se exponen los resultados de esta estimación.
Tabla 5.11. Carbono liberado por la descomposición de la biomasa aérea.
de tierras |
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(kt C) |
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En la Tabla 5.12 se presenta resumida la estimación del total de emisiones de CO2.
Tabla 5.12. Emisiones de CO2 procedentes de la conversión de bosques y pastizales.
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(kt C) |
liberado (Gg CO2 ) |
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5.6. Quema in situ de Bosques: Emisiones de gases distintos del CO2
Toda quema de biomasa para la obtención de energía, así como la quema de las sabanas y de los residuos agrícolas es una fuente significativa de CH4, N2O, CO y NOx. En esta sección se calculan las emisiones de gases distintos del CO2 procedentes de la quema in situ de bosques.
El método de cálculo depende de la estimación del
flujo bruto de carbono analizado en el epígrafe anterior. Las emisiones
de CH4 y CO se estiman como relaciones con respecto a los flujos
de carbono emitidos durante la quema. El contenido total de nitrógeno
se estima atendiendo a la relación de nitrógeno–carbono.
Las emisiones de N2O y NOx se calculan como relaciones
con respecto al nitrógeno total. En la Fig. 5.5 se exponen los estimados
de emisión obtenidos por este concepto y donde –como se observa–
corresponden al CO los mayores aportes.
Fig. 5.5. Emisiones de gases distintos del CO2 procedentes
de la quema in situ de bosques (Gg).
Cuba. Año base 1990.
5.7. Abandono de las Tierras Cultivadas
En esta sección se tratan las remociones netas de CO2 en la acumulación de biomasa procedente del abandono de tierras cultivadas. Estas remociones no se estimaron en el inventario porque en Cuba no se practica el abandono de tierras. En las estadísticas de la ONE se registran datos de tierras ociosas, las cuales no permanecieron en esta categoría por más de dos años en los últimos 20 años.
5.8. Emisiones o Absorciones de CO2 en los Suelos Debido al Manejo y Cambio de Uso de la Tierra
En las Guías se incluyen estimaciones de las emisiones netas de CO2 –fuentes y sumideros– de tres procesos: 1) los cambios en el carbono almacenado en los suelos y la cubierta muerta de los suelos minerales, debido a cambios en las prácticas del uso de las tierras, 2) las emisiones de CO2 procedentes de suelos orgánicos convertidos a la agricultura o plantaciones forestales y 3) las emisiones de CO2 procedentes del encalado de los suelos agrícolas.
En el inventario no se pudieron abordar las estimaciones referentes a los cambios del carbono en los suelos minerales por no disponerse de los mapas de uso de la Tierra adecuados y correspondientes a los años solicitados en el inventario para efectuar el cálculo –1990 y 1970– y en las escalas apropiadas. La ejecución de este tópico requirió de un financiamiento no disponible para acometer la tarea, parte necesario para la obtención o uso de fotografías cósmicas y aéreas.
Con relación a las emisiones procedentes de los suelos orgánicos convertidos a la agricultura o plantaciones no se considera de relevancia para el país y no fue incluido en los estimados –aunque tampoco pudo disponerse de información actualizada al respecto.
Las estimaciones de las emisiones de CO2 procedentes del encalado se basaron en las estadísticas del consumo total de enmendantes en los suelos agrícolas (Tabla 5.13)
Tabla 5.13. Consumo total de enmendantes en los suelos agrícolas de Cuba (t).
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A partir de la tabla anterior se estimó el total de CaCO3 que se aplicó en el año 1990 como 96 600 Mg a partir de lo cual se calculó una emisión para el año base de 11 592 Mg C. La estimación del total de emisiones netas de CO2 de los suelos afectados por la agricultura resultó entonces 42,50 Gg CO2.
A manera de resumen, en la Fig. 5.6 aparecen las emisiones y absorciones de CO2 procedentes del cambio del uso de la tierra y la silvicultura.
Fig. 5.6. Emisiones y absorciones de CO2 procedentes
del cambio de uso de la tierra y la silvicultura.
Cuba. Año base 1990. Absorción neta 23
998 Gg.
Como se observa de la Fig. 5.6 se produce una absorción neta
–absorciones menos emisiones– en este módulo que importa un total
de 23 998.0 Gg de CO2. Con relación a las emisiones se
destaca la quema de leña –quemas fuera del sitio– que aporta el
55.4% de las emisiones en el módulo. Además de las emisiones
y absorciones de CO2 vistas en la figura anterior, en este módulo
se produjeron en 1990: 1,53 Gg de CH4; 13,41 Gg de CO; 0,01
Gg de N2O y 0,38 Gg de NOx procedentes de los incendios
forestales. El esfuerzo que se realiza en Cuba con los planes de reforestación
tendrá entre otros beneficios incrementar la captación de
CO2 y mejorar el balance de emisiones y absorciones en el inventario.