1. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
La posibilidad de un cambio climático a escala mundial, debido al significativo incremento observado en las concentraciones de gases de invernadero (GEI) provenientes de las actividades humanas, se ha convertido en una preocupación importante para la comunidad internacional. Esta preocupación provocó el desarrollo del proceso internacional de negociaciones que condujo a la aprobación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) .
El 9 de mayo de 1992 fue adoptada la Convención en la Sede de las Naciones Unidas –Nueva York– y poco tiempo después fue firmada por 155 países en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, conocida con el nombre de "Cumbre de la Tierra", que tuvo lugar en Río de Janeiro en junio de 1992. Esta entró en vigor el 21 de marzo de 1994 –90 días después de ser ratificada por más de cincuenta países. Cuba firmó la Convención durante la Cumbre de la Tierra y la ratificó el 5 de enero de 1994 por lo que su entrada en vigor para el país ocurrió el 5 de abril de 1994.
El objetivo final de la Convención, es lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático. Ese nivel debería lograrse en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, asegurar que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitir que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible.
Los Estados, que aprobaron la Convención en 1992, reconocieron que esta podría ser una plataforma para tomar medidas más enérgicas en el futuro. Al establecer un procedimiento permanente de examen, debate e intercambio de informaciones, la Convención, permite asumir compromisos adicionales en respuesta a los cambios que se produzcan en la comprensión científica de los problemas y en la voluntad política existente.
El primer examen de la adecuación de los compromisos de los países desarrollados se realizó en la primera reunión de la Conferencia de las Partes (CP-1), que se celebró en Berlín en 1995. Las Partes decidieron que el compromiso de los países desarrollados, de tratar de restablecer sus emisiones en los niveles de 1990 para el año 2000, a más tardar, no era suficiente para alcanzar el objetivo a largo plazo de la Convención, de impedir las "interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático". Se respondió a esto, con la adopción del Mandato de Berlín y lanzando una nueva ronda de conversaciones para fortalecer los compromisos de los países desarrollados. Con el objetivo de redactar un acuerdo sobre el particular, se estableció el Grupo Especial sobre el Mandato de Berlín que tras ocho reuniones remitió un texto a la CP-3 para su negociación definitiva.
En esta conferencia celebrada en Kyoto, Japón, en diciembre de 1997 se llegó por consenso a la decisión de aprobar un protocolo en virtud del cual los países industrializados se comprometen a reducir, para el período 2008-2012, el total de sus emisiones de gases de efecto invernadero por lo menos en un 5 % en relación con los niveles de 1990.
El Protocolo de Kyoto se abrió a la firma el 16 de marzo de 1998 y entrará en vigor 90 días después de que lo hayan ratificado al menos 55 Partes, entre ellas, los países desarrollados que producían al menos el 55 % del total de emisiones de dióxido de carbono del grupo de naciones.
Entre los compromisos asumidos en la Convención, todas las Partes, teniendo en cuenta sus responsabilidades comunes pero diferenciadas y el carácter específico de sus prioridades nacionales y regionales de desarrollo, de sus objetivos y de sus circunstancias, deberán:
"Elaborar, actualizar periódicamente, publicar y facilitar a la Conferencia de las Partes, inventarios nacionales de las emisiones antropogénicas por las fuentes y de la absorción por los sumideros de todos los gases de efecto invernadero no controlados por el Protocolo de Montreal, utilizando metodologías comparables que habrán de ser acordadas por la Conferencia de las Partes"
El inventario nacional es un componente importante de la comunicación nacional inicial que deberán presentar las partes no Anexo 1 dentro del plazo de tres años contados desde que entró en vigor la Convención respecto de esa Parte o que disponga de los recursos financieros necesarios para ese fin.
Metodologías comparables deben ser utilizadas al compilar el inventario de modo que los resultados nacionales puedan ser comparados de una forma consistente. Las Guías Revisadas del IPCC de 1996 (IPCC-OECD-IEA, 1997) para Inventarios Nacionales de Gases de Efecto Invernadero –en lo adelante las Guías–, están destinadas para asistir a todas las Partes en el cumplimiento de esos objetivos. Su diseño permite estimar y reportar inventarios nacionales de emisiones y remociones antropogénicas de gases de invernadero. En general el térmico "antropogénicas" se refiere a las emisiones y remociones que son un resultado directo de las actividades humanas o son el resultado de procesos naturales que han sido afectados por las actividades humanas.
2. El Efecto Invernadero
2.1. El Efecto Invernadero Natural
Parte de la energía solar que llega a la Tierra en forma de radiación de onda corta es reflejada al espacio, pero otra parte pasa a través de la atmósfera –sin ejercer en esta un efecto térmico directo significativo– y calienta la superficie de nuestro planeta . La Tierra "elimina" energía en radiaciones infrarrojas de onda larga parte de la cual queda absorbida en la atmósfera por el vapor de agua, el dióxido de carbono y otros gases obstaculizando así la emisión directa de energía al espacio desde la superficie del planeta. Este proceso es conocido como " efecto invernadero" y a los gases que participan en el mismo se les denomina "gases de efecto invernadero" (GEI). Estos gases reducen la pérdida neta de radiación infrarroja hacia el espacio pero tienen poco impacto en la absorción de la radiación solar.
Otros procesos como las corrientes de aire, la evaporación, la formación de nubes y la lluvia transportan también la energía a la alta atmósfera y desde allí se irradia al espacio. Debe señalarse, que si la energía superficial pudiera ser irradiada al espacio sin obstáculo alguno, esto supondría un descenso de la temperatura de más de 30 °C –la temperatura global de la Tierra sería de aproximadamente -15 °C, demasiado fría para las condiciones en que conocemos se desenvuelve la vida.
2.2. El Efecto Invernadero Incrementado por las Actividades Humanas
Los GEI desempeñan un papel esencial en la preservación del equilibrio entre la energía entrante y saliente y bajo condiciones naturales sus concentraciones en la atmósfera permanecen no perturbadas. Sin embargo, las emisiones de estos gases y también de los aerosoles, por las actividades humanas, modifican sensiblemente este equilibrio provocando un efecto invernadero "adicional o incrementado". Este desequilibrio se cuantifica como "forzamiento radiativo". Si el forzamiento radiativo es positivo tiende a caldear la superficie y si es negativo tiende a enfriarla. Un forzamiento radiativo positivo impuesto al sistema tierra–atmósfera representa un excedente de energía. Cuando esto ocurre, la temperatura de la superficie y de la atmósfera inferior aumenta e incrementa a su vez la cantidad de radiación infrarroja que se emite al espacio con lo que se establece un nuevo balance de energía (IPCC, 1995).
En la medida en que se incrementan las concentraciones de gases de invernadero en la atmósfera, el clima se ve obligado a adaptarse o modificarse para mantener en equilibrio el balance energético del sistema climático. Dada la estrecha relación que existe entre la radiación infrarroja y la temperatura esta modificación puede incluir –entre otras–, un calentamiento de la superficie de la Tierra y de la atmósfera inferior y con este calentamiento otros cambios conexos en el clima.
3. Gases Trazas de Importancia para el Clima. Gases de Efecto Invernadero y Otros Gases de Importancia Radiativa y Fotoquímica Tratados en los Inventarios Nacionales.
Ciertos GEI surgen naturalmente pero están influidos tanto directa como indirectamente por las actividades humanas mientras que otros son totalmente antropogénicos. Entre los primeros tenemos al vapor de agua (H2O), dióxido de carbono (CO2), ozono (O3), metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). Los GEI completamente antropogénicos son los CFC, HFC, HCFC –denominados colectivamente como halocarburos–, PFCs y el SF6. El vapor de agua aunque es el mayor contribuyente al efecto invernadero y el de vínculo más directo con el clima sin embargo, en relación con el resto de los GEI, está menos directamente controlado por las actividades humanas por lo que sus emisiones no son tratadas en los inventarios.
Sobre la base de diversos criterios se han seleccionado –para ser tratados en los inventarios– los gases atmosféricos de mayor relevancia para el clima. Por conveniencia, todos son genéricamente referidos como GEI aunque algunos de ellos no lo son por lo que pueden subdividirse en:
Gases de Efecto Invernadero Directo
Dióxido de Carbono (CO2), Metano (CH4), Oxido Nitroso (N2O), Hidrofluorocarbonos (HFC), Perfluorocarbonos (PFCs), Hexafluoruro de Azufre (SF6).
Entre estos, el CO2, el CH4 y el N2O tienen orígenes tanto naturales como antropogénicos y han contribuido aproximadamente al 80 % del forzamiento adicional del clima debido a las emisiones de GEI desde la época preindustrial. La contribución del CO2 es del orden del 60 % de este forzamiento –cuatro veces la del CH4
Otros Gases de Importancia Radiativa y Fotoquímica
Monóxido de Carbono (CO), Oxidos de Nitrógeno (NOx), COVDM (Compuestos Orgánicos Volátiles Distintos al Metano) y Dióxido de Azúfre (SO2).
La importancia de estos otros gases viene dada de su papel como precursores de GEI, modificadores de sus concentraciones en la atmósfera o precursores de aerosoles como el SO2. Por ejemplo, el ozono troposférico –importante GEI– es formado en la atmósfera por reacciones fotoquímicas donde participan como precursores, los óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono, metano, y los COV que son emitidos directamente desde fuentes naturales y antropogénicas. El CO, los NOx y los COVDM son conocidos también como gases de efecto invernadero indirecto.
A continuación se describen algunas características principales de estos gases.
3.1. Dióxido de Carbono (CO2)
El dióxido de carbono (CO2) es el GEI más común producido por las actividades antropogénicas, aportando cerca del 60% del incremento en el forzamiento radiativo desde la época preindustrial. Es tanto un subproducto gaseoso de la naturaleza como un nutriente esencial para las plantas verdes. En su ciclo natural, este es emitido en importantes cantidades por la biosfera y reabsorbido por diferentes sumideros del carbono, fundamentalmente los océanos y los bosques, no permaneciendo en la atmósfera niveles de concentraciones capaces de provocar problemas sobre el clima.
Estos sumideros captan también cerca de la mitad de las emisiones antropogénicas actuales pero son incapaces de absorber todas estas emisiones, produciéndose la acumulación de este gas en la atmósfera con el subsecuente aumento de las concentraciones –proceso que se ve también incrementado por la destrucción y daño que vienen sufriendo de forma paralela los sumideros.
Se estima (WWF, 1995) que anualmente son liberadas a la atmósfera más de 28 billones de toneladas de CO2 y que de estas, alrededor de 22,4 billones de toneladas provienen de la quema de combustibles fósiles –16.4 billones de toneladas de los países industrializados. Otros 6 billones de toneladas de CO2 son liberadas en las quemas de los bosques tropicales y otras quemas de biomasa.
Durante la época preindustrial –alrededor del año 1750– las concentraciones atmosféricas de CO2 se mantenían a un nivel cercano a los 280 ppm. En los últimos 200 años este nivel se ha incrementado en un 27 % alcanzando casi los 360 ppm.
3.2. Metano (CH4)
Es el segundo gas de invernadero en importancia. Aunque sus emisiones son menores que las del CO2 su potencial de calentamiento global es 21 veces la del CO2 en un horizonte temporal de 100 años.
El metano (CH4) afecta tanto directa como indirectamente al balance radiativo del planeta. Además, consume oxidantes en la atmósfera afectando el nivel de ozono troposférico y es también una fuente sustancial de H2O en la estratosfera. Cerca del 70 % de las emisiones totales de metano –cerca de 370 millones de toneladas– se originan de las actividades humanas. De estas, más del 30 % provienen del minado del carbón, la extracción de petróleo y escapes de gases. Otro 60 % proviene de la ganadería, los campos de arroz inundados, la quema de biomasa y la disposición de desechos en los rellenos sanitarios
La mayor parte del metano es destruido en la troposfera por los radicales OH mediante un mecanismo natural –realmente solamente permanece en la atmósfera el 10 % de las emisiones. Muy poco metano es disuelto en el océano. Sin embargo, las emisiones antropogénicas de monóxido de carbono (CO) han contribuido a disminuir la presencia en la atmósfera de los radicales OH reduciéndose –por esta vía– la capacidad de destrucción del metano –aspecto que se señala entre las posibles causas del incremento observado de las concentraciones de este GEI.
El valor de fondo preindustrial para las concentraciones de metano en la atmósfera parece ser cercano a 700 ppbv con fluctuaciones naturales del 15% alrededor de la media. Este valor de fondo se ha más que duplicado en los últimos 200 años. Su distribución atmosférica refleja la geografía de sus fuentes y sumideros. Amplias regiones –con elevadas concentraciones de metano–, se observan sobre regiones fuentes potentes debido a que la distribución no es completamente homogeneizada por la circulación atmosférica.
3.3. Oxido Nitroso (N2O)
Es al igual que el CO2 y el CH4 uno de los componentes naturales de la atmósfera terrestre. Es un gas de invernadero y desempeña un importante papel en la química de la estratosfera. Este GEI tiene un largo tiempo de vida en la atmósfera –unos 120 años.
Como resultado de las actividades humanas, las concentraciones atmosféricas de este GEI se han incrementado en cerca del 13% desde la época preindustrial –desde unos 275 ppbv a unos 310 ppbv. Sus mecanismos de formación no se conocen aún con suficiente detalle aunque se estima, que aproximadamente la mitad de los cerca de 13 millones de toneladas de N2O emitidos cada año a la atmósfera provienen del uso excesivo de nitrógeno para la fertilización de tierras de cultivos y la producción de ácido adípico (WWF, 1995).
La mayor parte del N2O atmosférico es de origen biológico pues las bacterias en los suelos y océanos liberan N2O durante diferentes procesos. Las actividades humanas tienden a incrementar la producción biológica de este gas. La agricultura, el cambio del uso de la tierra, la deforestación y los procesos de fijación de nitrógeno, estimulan la producción bacteriana del N2O.
3.4. Monóxido de Carbono (CO)
El monóxido de carbono no es un gas de invernadero pero influye sobre las concentraciones de otros GEI. Este, descompone los radicales OH mediante reacciones químicas en la atmósfera y controla las concentraciones atmosféricas del CH4.
Este gas aparece siempre como un producto intermedio del proceso de combustión, aunque la importancia del CO liberado de las instalaciones de combustión no es muy grande. La oxidación de todos los hidrocarburos conduce al CO. El CO tiene un tiempo de vida químico de aproximadamente tres meses y puede ser ampliamente destruido en la atmósfera. Este gas representa un sumidero fundamental para el radical OH.
Existen dificultades para la determinación de sus niveles de concentración y tendencias globales debido a que el número de estaciones de vigilancia en la red mundial es aún insuficiente.
3.5. Oxidos de Nitrógeno (NOx)
Los óxidos de nitrógeno tienen un corto tiempo de vida atmosférico –de un día a una semana– lo que provoca grandes variaciones en sus concentraciones. Tienen muy poco efecto sobre el calentamiento global sin embargo, controlan las concentraciones de los radicales OH que conducen a la descomposición del CO2 y el CH4 mediante reacciones químicas. Participan también en la formación de ozono. La distribución global de estos gases no está bien definida mediante las observaciones debido a los complejos patrones de fuentes y sumideros y su corto tiempo de vida.
Estos gases poseen dos mecanismos diferentes de formación:
3.6. Compuestos Orgánicos Volátiles Diferentes del Metano (COVDM)
Constituye una clase de emisiones que incluye una amplia gama de sustancias orgánicas específicas. Los compuestos orgánicos volátiles distintos del metano desempeñan un importante papel en la formación de ozono en la troposfera.
El ozono de la troposfera es un gas de efecto invernadero. Es un importante contaminante local y regional del aire, que causa daños significativos a la salud y al medio ambiente. Puesto que contribuyen a la formación de ozono, los COVDM se consideran gases de efecto invernadero indirecto.
3.7. Hidrofluorocarbonos (HFCs), Perfluorocarbonos (PFCs) y Hexafluoruro de Azufre (SF6)
Los HFC son sustancias químicas que contienen solamente hidrógeno, carbono y flúor. Los PFC son sustancias químicas que contienen solamente carbono y flúor. Estas sustancias químicas causan preocupación debido a su elevado potencial de calentamiento de la Tierra y a su largo período de permanencia en la atmósfera. Los hidrocarburos parcial y totalmente fluorados, HFC y PFC no están controlados por el Protocolo de Montreal ya que no contribuyen al agotamiento de la capa de ozono estratosférico.
El HFC-134a es el principal sustituto del CFC-12 en muchas aplicaciones de refrigeración y aire acondicionado. Otros HFC pueden ser utilizados también en aplicaciones de refrigeración, sobre todo como componentes de mezclas.
El SF6 es un gas de invernadero particularmente potente, cuyo potencial de calentamiento de la Tierra durante 100 años se eleva a 23 900 y tiene una permanencia estimada en la atmósfera de 3 200 años.
3.9. Dióxido de Azufre (SO2)
Las emisiones de dióxido de azufre (SO2) dependen directamente del contenido de azufre en el combustible. Los resultados de los sistemas de observación sobre las diferentes especies atmosféricas del azufre, verifican que las emisiones antropogénicas están influyendo en el ciclo atmosférico global del azufre aún sobre regiones remotas del océano.
Estas perturbaciones provienen fundamentalmente de las emisiones de dióxido de azufre (SO2), por la quema de combustibles fósiles, las que generan incrementos en las concentraciones de los aerosoles troposféricos. El incremento en las concentraciones de los aerosoles troposféricos por la vía anterior –y también por la quema de biomasa y otras fuentes– provoca un forzamiento negativo –directo e indirecto– conducente al enfriamiento de la atmósfera. Este forzamiento no es uniforme en todo el mundo sino que se manifiesta fundamentalmente en aquellas regiones con abundante presencia de aerosoles.
El efecto directo viene dado por la reflexión de la luz solar por parte de las partículas, un proceso que es controlado –fundamentalmente– tanto por el número como por el tamaño de las partículas de aerosol, aunque también algunos resultados indican que la masa de las partículas puede ser un factor más importante que el tamaño (Ten Brick, et al, 1997). El efecto indirecto de los aerosoles ocurre debido a que, en las nubes, las partículas de origen antropogénico ejercen también un efecto de enfriamiento por la formación adicional de gotas de nube, lo que incrementa la reflexión de la radiación solar por parte de las nubes.
4. Potenciales de Calentamiento Atmosférico Global (PCG)
Es un término utilizado con frecuencia para describir los impactos que tienen las diferentes sustancias emitidas a la atmósfera. Los PCG fueron desarrollados con el objetivo de expresar las emisiones de GEI sobre una base equivalente que refleje su contribución al posible calentamiento futuro.
El PCG de un GEI es definido como el forzamiento radiativo acumulativo –entre el presente y algún horizonte temporal seleccionado– que es provocado por una unidad de masa de gas emitida ahora y expresada de forma relativa al CO2 (Houghton et al., 1995). Su valor depende tanto de la persistencia del gas en la atmósfera como de su forzamiento radiativo y es calculado con la ayuda de modelos acoplados del clima y la química atmosférica. Incluyen tanto los efectos directos de las sustancias sobre la radiación –fundamentalmente la absorción de radiación infrarroja– así como los efectos químicos indirectos sobre el balance de radiación.
Las expresiones de las emisiones en "equivalentes de CO2" indican el nivel de CO2 que causaría el mismo nivel de forzamiento radiativo que la mezcla dada de este gas, otros gases de efecto invernadero y los aerosoles. Simplemente multiplicando las emisiones de los diferentes gases por sus PCG se obtienen valores de emisiones para esos gases en "equivalentes de CO2" lo que proporciona una base estandarizada para comparar la importancia que, para el clima, representan dichas emisiones. En la Tabla 1 se exponen los valores de PCG para los principales GEI reportados en el Segundo Informe de Evaluación del IPCC (IPCC, 1995).
Tabla 1. Potenciales de Calentamiento Atmosférico Global (PCG) para los principales gases de efecto invernadero (IPCC, 1995)
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(*) Incluye efectos indirectos por la formación de ozono troposférico y la formación de vapor de agua estratosférico.
5. Inventario Nacional de Emisiones y Absorciones de Gases de Efecto Invernadero de la República de Cuba
El Inventario Nacional de GEI no solo contribuye a mejorar los estimados de las emisiones globales sino que proporciona el basamento para la ejecución de diferentes acciones en el país entre ellas, la proyección de las probables emisiones en el futuro así como la identificación y evaluación de estrategias de mitigación de las emisiones.
5.1. El Proceso de Preparación del Inventario
El inventario fue desarrollado –fundamentalmente– en el marco del Programa Ramal Científico Técnico "Protección del Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible Cubano" coordinado por la Agencia de Medio Ambiente de Cuba y financiado por el Gobierno Cubano y también como parte de las actividades del Proyecto CC:TRAIN del PNUD con financiamiento del Fondo Ambiental Mundial (GEF) y donantes bilaterales e implementado por el Instituto de las Naciones Unidas para la Capacitación y la Investigación (UNITAR).
Aunque en el país se venía ya trabajando en el tema de cambio climático desde algunos años previos a la Cumbre de la Tierra y las actividades se fortalecieron posteriormente a esta es, a finales de 1996, con la incorporación de Cuba a la Segunda Fase del Programa CC:TRAIN y la creación del Grupo Nacional de Cambio Climático que este trabajo pasa a un nivel superior. Este grupo nacional –multidisciplinario y representativo de un grupo importante de sectores con gran vínculo en los temas del cambio climático– tiene como organismo encargado al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba y es el que coordina el trabajo de los tres equipos técnicos encargados de la ejecución de los estudios nacionales, entre estos el inventario, que requiere la preparación de la Comunicación Nacional establecida para cada Parte de la Convención.
Sistema Nacional para la Preparación del Inventario
Para la preparación del inventario se organizó un equipo técnico multidisciplinario con tres grupos de trabajo coordinado por el Instituto de Meteorología perteneciente al Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente.
El primer grupo –constituido por expertos en contaminación, química atmosférica y clima, del Instituto de Meteorología– asumió las actividades metodológicas, los cálculos de emisiones e incertidumbres, la redacción de los capítulos y la preparación del inventario.
El segundo grupo –constituido por expertos de la Oficina Nacional de Estadísticas– asumió la tarea de la captación de los datos de actividad necesarios para la preparación del inventario. Participan en este grupo, expertos en estadísticas de los diferentes sectores que conforman el inventario.
El tercer grupo de trabajo está constituido por expertos de diferentes
organismos e instituciones vinculadas a los distintos módulos del
inventario. En la Fig. 1 aparece un diagrama con la estructura y pasos
generales seguidos para la preparación del inventario.
Fig. 1. Estructura y pasos generales seguidos para la preparación del inventario.
5.2. Estructura del Inventario
Emisiones y remociones de GEI resultan de un elevado número de actividades humanas. En las Guías Revisadas del IPCC, estas, han sido agrupadas en las siguientes seis categorías principales de fuentes/sumideros que son las utilizadas en el inventario nacional para reportar las emisiones y que constituyen módulos dentro de la monografía del inventario.
Además, el inventario, cuenta con una introducción al tema, un resumen ejecutivo, un módulo para el análisis de las incertidumbres, referencias y anexos con las hojas de resúmenes y las hojas de trabajo del inventario.
5.3. Métodos y Datos Utilizados en el Inventario
Para la estimación de las emisiones se utilizan las Guías Revisadas del IPCC (IPCC-OECD-IEA, 1997). Los datos de actividad utilizados son los disponibles en el país y que fueron captados –desde diferentes fuentes– fundamentalmente a través de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) del Ministerio de Economía y Planificación. Se utilizan también algunos de los reportes de datos publicados por la ONE y el CEE (CEE, 1991, ONE 1998). Con relación a los factores de emisión se utilizaron básicamente los proporcionados por las Guías.
El año base seleccionado es 1990 que es uno de los años establecidos como opción para la preparación de los inventarios. Fue seleccionado por diversos motivos prácticos y de disponibilidad de información así como que ofrece un mayor nivel de comparación para los resultados obtenidos dado que este ha sido el más utilizado –como año base– por las Partes de la Convención. No obstante, el año base para algunos cálculos es simplemente uno de un número de años sobre los que se tiene que calcular el promedio.
De acuerdo a la solicitud de las Guías se proporciona un inventario completo para 1990. Todos los estimados son reportados en gigagramos (Gg) del contaminante: 1 Gg = 109 gramos = 103 toneladas.
La metodología general de cálculo empleada para estimar las emisiones en cada proceso industrial comprende el producto de datos de actividad por ejemplo, cantidad de material producido o consumido y un factor de emisión asociado por unidad de consumo o producción de acuerdo con la siguiente expresión:
TOTALij = La emisión del proceso –toneladas del gas i del sector j
Aj = Dato de actividad del proceso en el sector j
EFij = Factor de emisión asociado con el gas i por unidad de actividad.
5.4. Software de Cálculo
Para los cálculos del inventario se utiliza el software preparado por la Unidad del IPCC para Inventarios de Gases de Invernadero del Grupo I del IPCC, en colaboración con la Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo (OECD) y la Agencia Internacional de Energía (IEA) (IPCC-OECD-IEA, 1998).
El software está basado en la aplicación Microsoft Excel y sigue a las Guías Revisadas del IPCC (1997) para la preparación de Inventarios de Emisiones de Gases de Invernadero. Contiene las hojas de trabajo del Libro de Trabajo de las Guías así como las tablas de reporte de las Instrucciones para el Reporte.
6. Información Básica sobre Cuba
6.1 Ubicación
La República de Cuba se encuentra situada en la zona del Caribe, a la entrada del Golfo de México, entre los 19 y 24 grados de latitud Norte y los 74 y 85 grados de longitud Oeste. La Isla de Cuba tiene configuración alargada y estrecha, orientada de este a oeste: en su parte más ancha mide 210 km y su menor ancho es de 32 km.
6.2 Territorio y División Política Administrativa
El archipiélago cubano está formado por la Isla de Cuba, la Isla de la Juventud y unas 1 600 isletas y cayos agrupados en cuatro diferentes conjuntos. Constituye la porción más occidental de las Antillas Mayores. Tiene este archipiélago una extensión superficial de 110 860 km2 de ellos 104 945 km2 de la Isla de Cuba, 2 200 km2 de la Isla de la Juventud y 3 715 km2 de los cayos adyacentes.
A partir del año 1977 se estableció en Cuba una nueva división política administrativa. Con esta estructura, el país quedó organizado en 14 provincias, 168 municipios y la Isla de la Juventud como municipio especial.
6.3. Clima
La mayor parte del archipiélago cubano presenta un clima tropical marítimo, donde se alternan anualmente dos temporadas bien definidas, una lluviosa, de mayo a octubre y otra poco lluviosa, de noviembre a abril.
Durante la temporada poco lluviosa, la influencia extratropical es marcada, con la afectación de organismos de la circulación atmosférica de latitudes medias, como son los frentes fríos, bajas extratropicales, etc. Ello condiciona, que en estos meses, el tiempo cambie con frecuencia con la consiguiente variación de los principales elementos meteorológicos. En cambio, en la temporada lluviosa, el tiempo es más cálido, húmedo y menos variable. La afectación por ciclones tropicales se produce mayormente en el cuatrimestre agosto-noviembre.
Tanto los eventos de grandes precipitaciones como las sequías periódicas constituyen también rasgos propios del clima en Cuba. Relacionados con la altitud y la orientación del relieve aparecen además, otros tipos de clima: templado subtropical –en las partes más altas de los grupos montañosos más importantes–; tropical lluvioso, con abundantes precipitaciones durante todo el año –en el nordeste de la región oriental; y seco semidesértico –al sur de la Sierra Maestra y del Grupo Sagua-Baracoa. En ellos, la marcha anual de las variables climáticas difiere en cierta medida de lo que ocurre habitualmente en el resto del territorio nacional.
En Cuba, la precipitación media anual alcanza los 1 144,65 mm, de los cuales alrededor del 80% cae en la época lluviosa. Los vientos predominantes, soplan del nordeste, con variaciones locales motivadas por el régimen de brisas costeras y la morfología del terreno. La Temperatura media anual es de 24,8 ºC con 21,8 ºC en enero y 27,2 ºC en julio. La humedad relativa promedio es del 80%.
El año 1990 se caracterizó por grandes anomalías climáticas, sobre todo, en los regímenes térmico y pluviométrico. En relación con la temperatura del aire, la anomalía resultó ser de aproximadamente 0.8 ºC por encima de la media del período 1951-1980. Esto coincide con la tendencia al incremento de la temperatura media anual del aire observada en Cuba en los últimos 40 años (Centella, 1995). Como ha ocurrido también en los años más recientes, el mayor peso de esta anomalía lo asumen las desviaciones positivas de la temperatura mínima media anual, que fue de casi 2 ºC, lo que junto a la pequeña desviación de la temperatura máxima media (+ 0.2 ºC), produjo una reducción significativa de la amplitud térmica diaria, con valores de 1 ºC por debajo de los promedios correspondientes a 1951-1980. Las anomalías en la temperatura fueron más señaladas en la temporada invernal, especialmente en el trimestre enero-marzo; y en el occidente y centro del país.
En general, puede considerarse a 1990 como un año lluvioso, al finalizar con un total de 1 299,2 mm para un 113.5% del promedio anual nacional (1951-1980). Febrero, marzo, mayo, julio, septiembre, octubre, noviembre y diciembre fueron lluviosos, con varios eventos de precipitaciones intensas; y dentro del año, sólo se presentaron condiciones de sequía en el mes de junio. Las lluvias fueron especialmente abundantes en la región oriental donde se registró un 145,8% de la media anual. Las precipitaciones de febrero en el este del país resultaron muy beneficiosas ya que pusieron fin a un período de sequía que se había iniciado en octubre de 1989. El resto de las regiones mantuvo condiciones mucho más cercanas al promedio –92. 1 y 113.6% de la lluvia media anual en las regiones occidental y central de Cuba respectivamente.
La temporada ciclónica de 1990 fue la segunda más activa de los últimos 20 años, sólo superada después por la de 1995. Se formaron 16 organismos ciclónicos, 8 de los cuales llegaron a la categoría de huracán. Sin embargo, a pesar de la actividad que presentó la temporada, ninguno de estos organismos azotó a Cuba, al mantenerse la tendencia a desplazarse sus orígenes más hacia el Atlántico, y la preferencia a describir las recurvas a longitudes más orientales que en períodos anteriores. En algunos casos, sólo se reportó afectación por lluvias intensas. La afectación por frentes fríos fue normal, con la llegada de 18 frentes fríos en la temporada 1989-1990 y 18 en la de 1990-1991 con un total anual de 18 en 1990.
Durante 1990 se reportaron 3 meses consecutivos con Oscilación del Sur –período febrero-abril. Estas condiciones pueden repercutir en Cuba con anomalías positivas en la lluvia y la temperatura mínima y negativas en la temperatura máxima y en la presión atmosférica. No se descarta su relación con el régimen térmico anómalo reportado en los primeros meses del año 1990.
6.4. Población
En las Tablas 2 a y 2 b (ONE, 1998), se presentan algunos indicadores de población referentes al año 1990 y las proyecciones de población. En estas, población residente se refiere a la población con residencia permanente a nivel de país. Además, según la definición utilizada en el Censo de Población y Viviendas de 1981, se considera como población residente en zona urbana aquella que reside en lugares habitados con las siguientes características:
1) Todos los lugares habitados con una población residente de 2 000 o más habitantes.
2) Todos los lugares habitados con población residente entre 500 o menos de 2 000 habitantes que cuenten con alumbrado público y tres o más características de las cinco que se relacionan a continuación:
La tasa de crecimiento demográfico estimada para 1990 arrojó 1.1% correspondiendo 1.76% a la tasa de natalidad y 0.65% a la de mortalidad. La población de Cuba se estimó en 10 694 465 habitantes al 31 de diciembre de 1990.
Tabla 2a. Algunos indicadores de población para el año 1990. (Estimaciones al 31 de diciembre).
Población residente | Indicadores de población | |||
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Tabla 2b. Proyecciones de población para Cuba (30 de junio).
Año | Población residente | Indicadores de población | |||
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1 000 hembras) |
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La tasa de urbanización ha sido aproximadamente 1,8% anual entre 1981 y 1995 y la proporción de población urbana ascendió a nivel nacional de 69% a 74,6% en igual período. El índice de urbanización del país se estimó en el 73.9%. En la Tabla 2 c se ofrece información acerca de la urbanización de la población por provincias en 1990. En la Tabla 2 d se ofrece información acerca de la distribución de la población en ciudades de acuerdo a la cantidad de habitantes para el año 1990.
Tabla 2c. Urbanización de la población por provincias en 1990 (porcentaje de la población total).
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Tabla 2d. Ciudades (según estimado de 1990).
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6.5. Características Socioeconómicas Principales del Año 1990
En el año 1990 la economía cubana había continuado creciendo, y el Producto Social Global (PSG) alcanzó los 26 652,9 MMP. En el sector industria, la gran mayoría de las empresas estaban adscriptas a siete ministerios industriales especializados: en el Ministerio de la Industria Sidero Mecánica se agrupaban las empresas que desarrollaban los trabajos propios de la ramas Minería y Metalúrgica Ferrosa y una proporción importante de las que clasificaban en las ramas industria de la Construcción de Maquinarias no Eléctricas, Industria Electrotécnica y Electrónica e Industria de Productos Metálicos.
Al Ministerio de la Industria Básica se adscribían las empresas de las ramas Energía Eléctrica, Industria del Combustible, Minería y Metalurgia no Ferrosa, Industria del Papel y la Celulosa, Industria del Vidrio y la Cerámica y una parte de las que clasificaban en la Química, entre las que figuraban las productoras de fertilizantes, de neumáticos y de pinturas.
El Ministerio de la Industria de Materiales de la Construcción atendía institucionalmente a las empresas dedicadas a los trabajos de la industria de Materiales de Construcción. Eran administradas por el Ministerio de la Industria Ligera las empresas con actividades en la Industria Forestal y elaboración de la madera, Industria textil, Industria de Confecciones e Industria de Artículos Plásticos. Toda la rama azucarera estaba asignada institucionalmente al Ministerio del Azúcar. Esta actividad la desarrollaban en el país cerca de 146 complejos agroindustriales azucareros.
Las empresas dedicadas a la pesca extractiva y al procesamiento industrial de los productos del mar se adscribían al Ministerio de la Industria Pesquera. En el Ministerio de la Industria Alimenticia se agrupaba casi la mitad de las empresas que clasificaban en la rama de la Industria Alimentaria: también pertenecían a este Ministerio la totalidad de las empresas que clasificaban en la Industria de Bebidas en la cual se producían bebidas alcohólicas, vinos, cervezas, maltas, refrescos y aguas minerales.
El desarrollo de la Industria Electrónica estaba a cargo del Instituto Nacional de Sistemas Automatizados y Técnicas de Computación, al que estaban adscriptas las empresas productoras de equipos y componentes electrónicos.
La mayor parte de las empresas industriales locales, administradas por los Organos del Poder Popular en cada municipio o provincia del país, clasificaban en la rama industria alimentaria.
La producción bruta de los sectores de la economía en ese año aparece en la Tabla 3 donde como se aprecia, el Sector Industria fue el que mayor participación tuvo en el Producto Social Global con un 55%.
Tabla 3. Producción bruta de los sectores de la economía en 1990.
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MMP– Millones de pesos
En el sector agropecuario, las empresas silvícolas y CAI azucareros estatales eran de subordinación nacional. Los CAI azucareros y las empresas cañeras –ya extinguidas– estaban adscriptas al Ministerio del Azúcar desde 1980, mientras que las empresas no cañeras, ganaderas y de servicios agropecuarios –excepto aviación agrícola– estaban adscriptas al Ministerio de la Agricultura que a su vez atendía a las Cooperativas de Producción Agropecuaria y las Cooperativas de Créditos y Servicios, excluyendo la actividad cañera de estas entidades la cual era atendida por el Ministerio del Azúcar.
Las actividades de acopio comprendían empresas subordinadas al Ministerio de la Agricultura desde 1987, así como al resto de las empresas que acopiaban productos agropecuarios y que no se subordinaban a dicho organismo.
Las inversiones alcanzaron, en ese año, un volumen total de 4 511,4 MMP, de ellos en la esfera productiva 3 609,8 MMP y el resto en la esfera no productiva. Por otra parte se pusieron en explotación un total de inversiones por un valor de más de 128,0 MMP.
Las exportaciones en 1990 alcanzaron los 5392,0 MMP mientras que las importaciones fueron de 8 124,2 existiendo un saldo del Comercio Exterior de bienes de -2 732.2 MMP.
Algo más de la mitad del territorio cultivado estuvo vinculado a las exportaciones (caña de azúcar, tabaco, cítricos y otros cultivos) por demás concentradas en productos primarios y con una baja proporción de manufacturas. Alrededor del 57% de las proteínas y más del 50% de las calorías consumidas por la población fueron de origen importado directa o indirectamente, así como entre el 75 y el 80% de los equipos para las inversiones.
La educación desarrollaba su trabajo en tres ramas: educación preescolar, primaria y media, educación superior y otras actividades educacionales. Algunos indicadores que reflejan el estado de este sector se muestran en la Tabla 4.
Tabla 4. Algunos indicadores del sector educacional (1990).
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M–Miles; U–Uno
El Sistema Nacional de Salud se basa en los principios de salud pública socialista, mediante los cuales se reconoce el derecho de la población a recibir de forma gratuita los servicios prestados por las instituciones dedicadas tanto a la asistencia médica como a la asistencia social. Este sistema cuenta con instalaciones para la asistencia médica y social de la población de las cuales más del 60% corresponden a servicios primarios tales como policlínicos, hospitales rurales, puestos médicos y clínicas estomatológicas. Algunos indicadores de este sector se muestran en la Tabla 5.
Tabla 5. Algunos indicadores del sector de la salud.
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Antes de 1959 las investigaciones científico–técnicas en Cuba se encontraban reducidas a su mínima expresión, siendo prácticamente desconocidas, ya que sólo eran realizadas por algunos investigadores en forma aislada y sin apoyo económico. En el año 1990 en el país existían un total de 218 centros dedicados a la ciencia y la técnica, a los que pertenecían 43,4 mil trabajadores. Entre estos centros se pueden señalar: Las instituciones del Ministerio de Salud Pública, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, el Centro de Inmuno Ensayo, el Centro de Investigaciones Biológicas, la Academia de Ciencias de Cuba, las Universidades, el Centro Nacional de Investigaciones Científicas y otros centros de investigaciones.