Por qué el financiamiento climático es importante
10 Mayo 2023
Discurso de ONU Cambio Climático
 A worker welding at the Rwanda Green Fund E-Waste Recycling Facility, an investment of the Rwanda Green Fund and implemented by the Ministry of Trade and Industry.
Credit: Rwanda Green Fund

Mensaje del Secretario Ejecutivo de ONU Cambio Climático, Simon Stiell, a las y los delegados del Foro de Inversión Sostenible del 9 de mayo de 2023.

 

Excelencias, colegas, amigos,

Me gustaría empezar dando las gracias a la Iniciativa Financiera del PNUMA por convocar este foro e invitarme a hablar sobre un tema de vital importancia: el financiamiento climático.

Vayamos al grano. Todos los presentes en esta sala son conscientes de la urgente necesidad de movilizar billones de dólares en inversiones para hacer frente a la crisis climática. Hemos hecho algunos progresos en los últimos años, pero aún nos queda mucho camino por recorrer.

¿Cómo lo conseguiremos? ¿Qué tenemos que hacer, desde ahora mismo, para movilizar esos billones de dólares? ¿Y cómo podemos trabajar juntos para conseguirlo?

Desde el cambio de preferencias de los inversores hasta la reforma de los bancos multilaterales de desarrollo, pasando por la gestión de los riesgos monetarios, hay muchos factores que determinarán nuestro éxito o fracaso en esta encomienda.

Pero antes de entrar en detalles, demos un paso atrás y pensemos por qué es importante el financiamiento de la lucha contra el cambio climático.

En pocas palabras, no podemos alcanzar nuestros objetivos climáticos sin financiamiento. Ya estemos hablando de la transición a las energías renovables, de mejorar la eficiencia energética o de proteger a las comunidades vulnerables de los efectos del cambio climático, todos estos esfuerzos requieren una inversión significativa.

Oímos una y otra vez que afrontar el reto del cambio climático es costoso. Algo es costoso cuando no contribuye a los objetivos que nos fijamos, como individuos o como sociedades.

Sin embargo, la financiación de la lucha contra el cambio climático trata, en última instancia, de lo que nosotros, como sociedades, valoramos: el mundo en el que queremos vivir y las vidas y dificultades que podemos salvar canalizando nuestro dinero para aumentar la resiliencia frente a los estragos del cambio climático.

Esto es lo que queremos decir cuando afirmamos que necesitamos una financiación adecuada.

Teniendo esto en cuenta, hoy quiero abordar tres puntos principales.

En primer lugar, quiero exponer cómo es la actual respuesta financiera al desafío climático.

En segundo lugar, quiero hablar de la reforma de la arquitectura financiera internacional.

Y en tercer lugar, quiero explicar por qué el balance mundial y el nuevo objetivo de financiamiento de la lucha contra el cambio climático son momentos cruciales para poner en marcha estas reformas.

Empecemos por la respuesta financiera al reto climático.

Sabemos que la escala de lo que se necesita es significativa. Los modelos globales de las instituciones autorizadas convergen en el rango de los billones anuales. Según los trabajos del Comité Permanente de Finanzas de la CMNUCC, los países en desarrollo necesitan casi 6 billones de dólares para aplicar sus planes de acción climática de aquí a 2030, y eso con importantes brechas en el cálculo de las necesidades de adaptación.

Esta inversión es necesaria ahora mismo.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU señala que un gran aumento de las inversiones antes de 2030 no sólo nos ayudará a cumplir nuestros objetivos de reducción de emisiones, sino que también contribuirá a acelerar las economías de escala y la innovación para abaratar los costes de inversión después de 2030. Esto también ayudará a reducir los costes de adaptación.

Así pues, necesitamos un aumento de la inversión a corto plazo que nos ayude a encaminarnos hacia un crecimiento sostenible hasta 2050 y más allá. Si dejamos pasar esta oportunidad, puede que sea demasiado tarde.

En lo que respecta a la reducción de emisiones, estamos viendo costes tecnológicos más baratos y competitivos que pueden aportar más soluciones climáticas al mercado de las energías renovables y el transporte. Pero en los países en desarrollo siguen existiendo obstáculos financieros que impiden un despliegue significativo al ritmo que necesitamos.

Según la Agencia Internacional de Energía, la inversión en energías limpias en los países en desarrollo -aparte de China- se ha estancado desde 2015 en aproximadamente 200 000 millones de dólares.

Antes incluso de que estallara la actual crisis de inflación y deuda, estos países ya se enfrentaban a condiciones de financiación entre siete y quince veces más caras que en los países desarrollados.

Aquí es donde estamos ahora.

Lo que me lleva a mi segundo punto: la reforma. Tenemos que reformar la arquitectura financiera internacional, incluidos los flujos de financiamiento privado y los bancos multilaterales de desarrollo.

Tenemos que hacer que la arquitectura financiera internacional actual se adapte a su propósito para permitir inversiones bajas en emisiones y resilientes al clima a nivel mundial, en todas las regiones y en todos los países.

En la COP27, las Partes pidieron una transformación del sistema financiero y de sus estructuras y procesos, implicando a gobiernos, bancos centrales, bancos comerciales, inversores institucionales y otros actores financieros. También pidieron reformas significativas de las instituciones financieras multilaterales en términos de modelos de financiación, apetito por el riesgo e instrumentos distintos de la deuda.

También estamos asistiendo a nuevas iniciativas del sector financiero que ponen de relieve la necesidad de aumentar la financiación para el clima. Estamos viendo cómo los bancos centrales forman coaliciones y redes, cómo las instituciones financieras se comprometen a cero emisiones netas y cómo crece el número de plataformas nacionales de inversión y de asociaciones para la transición energética.

Además, cada vez hay más iniciativas complementarias de reforma en marcha, por ejemplo, a través del G20, el V20, el FMI y otros foros regionales.

El número de iniciativas muestra por sí solo cómo el imperativo de la reforma ha cobrado un impulso cada vez mayor, pero al mismo tiempo cómo podría fragmentarse en esfuerzos dispares. Esto refuerza más que nunca la importancia de la coordinación para garantizar que el todo sea mayor que la suma de sus partes.

Las reformas deben responder a la necesidad de impulsar el progreso en tres áreas principales.

En primer lugar, debemos avanzar en la gestión de los riesgos de invertir en acción por el clima en los países en desarrollo. Cuando el riesgo es real, tenemos que desplegar a gran escala los instrumentos de reducción del riesgo -como garantías, seguros y cobertura y financiación en moneda local- necesarios para desbloquear el capital. Cuando el riesgo es percibido, tenemos que abordar los prejuicios que dificultan la inversión a gran escala y la expectativa de altos rendimientos financieros cuando se participa en el cambio climático.

En segundo lugar, debemos avanzar en la financiación de una transición justa y equitativa. Debemos desarrollar planes de transición transparentes que modifiquen las carteras de inversión a lo largo del tiempo y que permitan aumentar las inversiones climáticas en la misma medida en que se eliminan progresivamente las inversiones perjudiciales.

En tercer lugar, debemos avanzar en la gestión de la crisis de la deuda. Tenemos que desarrollar un entendimiento común de los vínculos entre el clima, los impuestos y la deuda, y asegurarnos de que ningún país acumula una deuda excesiva debido a la acción climática.

 

Queridos amigos y amigas,

Esto me lleva a mi último punto: utilizar el balance global y el nuevo objetivo colectivo cuantificado sobre financiación climática como momentos clave para poner en marcha las reformas.

El balance mundial es un proceso para que los países y las partes interesadas vean en qué aspectos están avanzando colectivamente hacia el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París, y en cuáles no.

Es como hacer un inventario. Significa examinar todo lo relacionado con la situación mundial en materia de acción y apoyo al clima, identificar las brechas y trabajar juntos para trazar un mejor camino a seguir para acelerar la acción climática.

El inventario es un momento para corregir el rumbo, una oportunidad para proporcionar una hoja de ruta con "vías de solución" que impulsen la acción inmediata.

Algunas de las vías de financiación clave podrían incluir el fomento de la rendición de cuentas de los compromisos de los agentes no estatales y modelos de financiación innovadores para hacer frente a los riesgos monetarios.

Necesitamos restaurar la confianza en la provisión adecuada y predecible de apoyo financiero a los países en desarrollo para la acción climática. La importancia de cumplir el objetivo de movilizar conjuntamente 100 000 millones de dólares al año es crucial: la semana pasada recibimos una señal positiva de que los donantes están en vías de cumplir ese objetivo este año.

El nuevo objetivo de financiación de la lucha contra el cambio climático para después de 2025 es una oportunidad para recuperar la confianza en el cambio transformador que se requiere para movilizar y aportar financiación de forma que se atiendan las necesidades de los países en desarrollo.

En la COP27 se tomó la decisión histórica de establecer nuevos mecanismos de financiación y un fondo para responder a las pérdidas y daños. Esto ha creado una oportunidad única, y una gran responsabilidad, para abordar áreas nuevas e innovadoras que no se habían considerado antes en el contexto de la financiación de la lucha contra el cambio climático. Este fondo puede marcar una verdadera diferencia en la vida de las personas en situación de vulnerabilidad en todo el mundo.

 

Amigos, colegas,

Este es el año en el que necesitamos establecer con claridad cómo los gobiernos, los bancos multilaterales de desarrollo y las instituciones financieras internacionales, del sector privado y las industrias aportarán los recursos necesarios.

Vuelvo a insistir en la necesidad urgente de actuar en la financiación de la lucha contra el cambio climático y en la importancia de la colaboración y la innovación para abordar este complejo reto.

Pero no olvidemos que, en última instancia, la financiación de la lucha contra el cambio climático tiene que ver con las personas, no sólo con cifras en un balance.

Se trata de proteger nuestro planeta, nuestras comunidades y a las generaciones futuras de los efectos devastadores del cambio climático.

Y se trata de construir una economía más equitativa e integradora que beneficie a todos, no sólo a unos pocos privilegiados.

Sigamos avanzando con determinación y con un objetivo claro.

Les agradezco su atención, y espero continuar esta importante conversación en los próximos meses.