Soluciones coordinadas
Dado que los ecosistemas terrestres y marinos absorben más de la mitad de las emisiones de carbono de origen humano, está claro que la protección de estos sistemas debe ser un componente central de la acción por el clima. Al mismo tiempo, una biodiversidad y unos suelos sanos desempeñan un papel fundamental en la creación de resiliencia frente a los impactos inevitables del cambio climático.
El mayor solapamiento en el trabajo de las tres Convenciones de Río se da en el campo de las llamadas soluciones basadas en la naturaleza. Estas soluciones se refieren, por ejemplo, a la protección de los arrecifes de coral y los manglares que protegen a las comunidades costeras de las tormentas, las inundaciones y la erosión. Las medidas para evitar la tala de enormes franjas de bosques tropicales son beneficiosas tanto para la vida animal como vegetal y resultan cruciales para la estabilidad del clima, la alimentación y el agua potable.
La degradación del suelo no sólo es extremadamente perjudicial para la biodiversidad, sino que es responsable de alrededor del 60 % de las emisiones mundiales de metano. El metano es un potente gas de efecto invernadero que se libera a través de diversas prácticas agrícolas insostenibles, incluida la producción de carne. La agricultura sostenible y el uso de la tierra es también un área de trabajo compartida por las tres Convenciones, como se reconoce en el trabajo conjunto de Koronivia sobre agricultura.
Otra coincidencia clave incluye el reconocimiento de que las sociedades necesitan introducir y ampliar rápidamente el uso de tecnologías limpias y sostenibles. Esto se aplica especialmente a las tecnologías de energías renovables como la eólica y la solar. Éstas son fundamentales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, disminuir la presión sobre la tierra y la biodiversidad forestal al ofrecer alternativas a los combustibles de biomasa insostenibles y contaminantes (por ejemplo, el carbón vegetal utilizado para cocinar).